Ayer La Cigüeña de la Torre decía en un post, hablando de este servidor, “no sé, no sabemos, lo que le han parecido las últimas elecciones episcopales. Y seguramente es bueno que no lo sepamos sea lo que fuere”. Efectivamente ni lo saben, ni se lo pienso contar. Los obispos son los sucesores de los apóstoles, don Carlos Osoro es mi obispo, y a partir de ahí está todo más que dicho. Lo que los obispos voten me parece perfecto, independientemente de que haya cosas, como lo de Salinas, que creo hubieran sido manifiestamente mejorables.
Me parecería un error de bulto, insisto en lo de la peculiar lógica del estamento episcopal, que yo me pusiera a declarar obispos vencedores o vencidos, triunfantes o dolientes, que me diera por soltar calificaciones, llorar por las esquinas o brindar con agua del Carmen. Si algo de esto decido llevar a cabo, les aseguro que será sin más testigos que Socio, de natural discretísimo, conscuencia de su condición perruna.
No voy a hablar pues de obispos, pero sí de otras cosas, por ejemplo, de información religiosa e informadores, porque en ese campo sí ha habido vencidos, que no vencedores, y sí lloros, lamentos y descalificaciones en forma de artículos en medios muy diversos.
¿Por qué digo que no ha habido vencedores? Porque en los medios de información religiosa, los que servidor lee habitualmente, y son unos cuantos, no he tenido la sensación de apuestas, campañas electorales, jalear a unos candidatos o poner a caer de toda una recua a alguno de nuestros pastores. En todos, excepto en uno, Religión Digital, que ha dejado clarísimas sus preferencias y no preferencias en multitud de ocasiones. Don Carlos Osoro ha sido su favorito especialmente desde que llegó a Madrid. Desde su cariñosísima biografía, a un ir sacando noticias amabilísimas de don Carlos. A su vez, a degüello contra otros prelados, especialmente el anterior cardenal arzobispo, don Antonio María Rouco, al que siguen persiguiendo hoy. Como para ir a mirárselo con un profesional.
Toda una campaña a base de designar, desde Religión Digital, a don Carlos como el hombre del papa en España, a la vez que se nos han ido contando por activa, pasiva, perifrástica y peripatética las maldades de fray Jesús Sanz, las supuestas enfermedades de Asenjo, la capacidad maquinadora de don Fidel y toda suerte de maldades del arzobispo de Granada.
Quizá contaban con eso de que el que calla otorga, y que ante sus informaciones los obispos les iban a dar la razón y que sus candidatos, especialmente Osoro y Omella, saldrían del asunto cum laude. La sorpresa ha sido mayúscula. Don Carlos nada, Cañizares vicepresidente y su bestia negra, fray Jesús, al comité ejecutivo. Yo creo que aún no se lo terminan de creer: “nos han llevado la contraria ¡a nosotros!”
El batacazo de Religión Digital ha sido de órdago a la grande, a la chica, a pares, juego y si no al punto. Siguen sin comprender que una cosa son las palmadas en la espalda, y otra una votación secreta, y que los obispos tal vez estén un poco hartos de su prepotencia. Todos sabemos que tienen apoyos en la conferencia e incluso en la ejecutiva, pero lo mismo después de lo acontecido hay obispos y no obispos en la conferencia que se tientan la ropa, y que viendo a dónde llevan las amistades con el dúo Vidal Bastante, decidan retornar a un camino de afectos los justos.
¿Quién ha ganado? Nadie. ¿Quién se ha llevado el mayor batacazo? Religión Digital. Andan ahora lamiéndose las heridas en Religión Digital, un poco, y un mucho en otros medios. Qué malos los obispos que no quieren a Francisco. No. Con Francisco no hay problema. El problema es más bien con José Manuel y Jesús. O al menos eso me parece a mí.
P.D. Hace unos días José Manuel Vidal lanzó un hilito a Cañizares quizá previendo lo que podía pasar. No sé si va a colar. No sé…
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