Esta tarde he vuelto de dar una conferencia en Valladolid y otra en León; la foto es de León. A la primera ciudad fui invitado por el Club de Opinión Santiago Alba. El lugar fue el antiguo casino, un edificio con esa antigua nobleza de los casinos del siglo XIX tan maravillosamente reflejada por La Regenta. Si al edificio unimos los miembros del club que fueron encantadores conmigo, el resultado es que fue una estancia muy agradable.
A eso hay que añadir que en esa ciudad me reencontré con una amiga a la que conozco desde hace muchos años y que tuvo la gentileza de acompañarme horas y horas en mis inacabables paseos por esa ciudad. Puede parecer que tiene poco mérito el acompañarme horas, pero estar unas cuatro horas a dos grados de temperatura bajo intermitentes nevadas tiene algo de mérito.
También me reencontré allí con un sacerdote al que estimo mucho. Y lo estimo no porque haya tenido mucho trato con él, sino porque desde la primera vez vi en su rostro, en sus palabras y en todo él un ejemplo del sacerdote edificante, entregado a su trabajo y que cada día dedica abundante tiempo a la oración personal.
La catedral de Valladolid me gusta, pero con reservas. Tiene aspecto de catedral pesada. Una edificación que no se eleva, sino que parece encarnar la idea de la solidez de la fe. Es algo fría. Después de casi medio milenio sigue manteniendo ese aspecto de estar inacabada incluso no estándolo. Es una catedral que no entusiasma.
Las catedrales antiguas parecen ser algo más que piedra. Ésta parece ser sólo piedra. Para que entusiasmara sólo se me ocurre hacer un estudio muy cuidadoso acerca de su iluminación en el interior. Con poca luz y velas, por ejemplo un gran tenebrario siempre encendido en el centro, se podría lograr crear otro ambiente. Se requeriría también cambiar totalmente su presbiterio, ese monumento a la impericia. También se requeriría vaciar el interior de todo elemento que no pegue con la estética del templo. Dicho de otro modo, si algo es feo, sáquese.
Si esa catedral sufre una gran conversión, podría salvarse. Pero veo poco propósito de la enmienda. También los templos, a veces, se empeñan en seguir un camino errado, también ellas tienen vicios. Mañana seguiré contando mi viaje.
Post Data: Toda catedral antigua se puede arrepentir. A diferencia de la mayoría de las parroquias de barrio en ladrillo moderno, cuya estética contumaz no admite posibilidad de conversión alguna.
Post Data: Toda catedral antigua se puede arrepentir. A diferencia de la mayoría de las parroquias de barrio en ladrillo moderno, cuya estética contumaz no admite posibilidad de conversión alguna.
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