La liturgia diaria meditada - Amarás a tu Dios, con todo tu corazón, y a tu prójimo como a ti mismo (Mc 12,28b-34) 24/03



Viernes 24 de Marzo de 2017
III de Cuaresma
Morado

Martirologio Romano: En Vástena, en Suecia, santa Catalina, virgen, hija de santa Brígida, que casada contra su voluntad, con consentimiento de su cónyuge conservó la virginidad y, al enviudar, se entregó a la vida piadosa. Peregrina en Roma y en Tierra Santa, trasladó los restos de su madre a Suecia y los depositó en el monasterio de Vástena, donde ella misma tomó el hábito monástico (+1381 dC). Fecha de canonización: Culto confirmado por el Papa Inocencio VIII el año 1784.

Antífona de entrada          Sal 85, 8. 10
No hay otro dios igual a ti, Señor; porque tú eres grande, Dios mío, y eres el único que hace maravillas.

Oración colecta     
Infunde tu gracia en nuestros corazones, Dios nuestro, para que nos apartemos de todo mal y, con tu ayuda, nos mantengamos fieles a tus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo...

Oración sobre las ofrendas        
Señor, mira con bondad los dones que te presentamos para que sean gratos a tus ojos y nos alcancen la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        cf. Mc 12, 33
Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los sacrificios.

Oración después de la comunión
Infunde, Padre, tu gracia salvadora en el alma y en el cuerpo de tus hijos para que obtengamos un día la plena posesión de lo que ahora recibimos en la Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo       (Facultativa)
Mira, Padre, al pueblo que implora tu misericordia, para que quienes confían en tu bondad difundan por todas partes los dones de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Os 14, 2-10
Lectura del profeta Oseas.
Así habla el Señor: Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tu falta te ha hecho caer. Preparen lo que van a decir y vuelvan al Señor. Díganle: “Borra todas las faltas, acepta lo que hay de bueno, y te ofreceremos el fruto de nuestros labios. Asiria no nos salvará, ya no montaremos a caballo, ni diremos más “¡Dios nuestro!” a la obra de nuestras manos, porque sólo en ti el huérfano encuentra compasión”. Yo los sanaré de su apostasía, los amaré generosamente, porque mi ira se ha apartado de ellos. Seré como rocío para Israel: Él florecerá como el lirio, hundirá sus raíces como el bosque del Líbano; sus retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano. Volverán a sentarse a mi sombra, harán revivir el trigo, florecerán como la viña, y su renombre será como el del vino del Líbano. Efraím, ¿qué tengo aún que ver con los ídolos? Yo le respondo y velo por él. Soy como un ciprés siempre verde, y de mí procede tu fruto. ¡Que el sabio comprenda estas cosas! ¡Que el hombre inteligente las entienda! Los caminos del Señor son rectos: Por ellos caminarán los justos, pero los rebeldes tropezarán en ellos.
Palabra de Dios.

Comentario
Dios no espera grandes sacrificios ni rituales. Él se complace en el amor, y se alegra cuando nuestros labios le expresan lo que tenemos en el corazón. Él está dispuesto a perdonar todas nuestras faltas, y quiere derramar su gracia generosamente.

Salmo 80, 6c-11ab. 14. 17
R. ¡Ojalá escuchemos la voz del Señor!

Oigo una voz desconocida que dice: “Yo quité el peso de tus espaldas y tus manos quedaron libres de la carga. Clamaste en la aflicción, y te salvé. R.

Te respondí oculto entre los truenos, aunque me provocaste junto a las aguas de Meribá. Oye, pueblo mío, yo atestiguo contra ti, ¡ojalá me escucharas, Israel! R.

No tendrás ningún dios extraño, no adorarás a ningún dios extranjero: Yo, el Señor, soy tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto. R.

¡Ojalá mi pueblo me escuchara, e Israel siguiera mis caminos! Yo alimentaría a mi pueblo con lo mejor del trigo y lo saciaría con miel silvestre”. R.

Versículo     Mt 4, 17
Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca.

Evangelio     Mc 12, 28b-34
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?”. Jesús respondió: “El primero es: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más grande que éstos”. El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.

Comentario
Este escriba no estaba lejos del Reino de Dios. Pero esto era así no por saber o tener muchos conocimientos, o por poder citar la Biblia de memoria, sino porque creyó que el amor es más grande que todos los holocaustos y sacrificios. En esa clave del amor, queremos vivir los que rezamos diciendo “venga a nosotros tu reino”.

Oración introductoria 
Hola, Jesús, aquí estoy para dialogar contigo. A mí me gusta estar a tu lado y agradarte. Y para hacerlo, quiero amarte más y vivir la caridad con mis próximos. Ya que Tú me pides que no sólo te ame a ti, sino que también ame a mi prójimo. Por eso, te doy las gracias, Jesús, amigo mío, porque me has hecho caer en la cuenta de la primacía que tiene el amor en mi vida: amor a ti y amor a mi prójimo. Sólo te pido que me enseñes a amar como Tú me has amado. 

Petición 
Enséñame a amar a mi prójimo y a tener una amistad con él, al igual que la tengo contigo. 

Meditación 

Hoy, la liturgia cuaresmal nos presenta el amor como la raíz más profunda de la autocomunicación de Dios. Con un mandamiento del Deutoronomio: «Ama al Señor, tu Dios» (Dt 6,5) y otro del Levítico: «Ama a los otros» (Lev 19,18), Jesús lleva a término la plenitud de la Ley. 

Gracias a la pregunta del letrado sabemos a cuál de las numerosas normas que tenían los judíos -tenían más de seiscientas- le daba más importancia Jesús. La respuesta no se hace esperar y responde claramente: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo". 

La llamada de Jesús a la comunión y a la misión pide una participación en su misma naturaleza, es una intimidad en la que hay que introducirse. Esta unificación de conocimiento y de amor tejida por el Espíritu Santo permite que Dios ame en nosotros y utilice todas nuestras capacidades, y a nosotros nos concede poder amar como Cristo, con su mismo amor filial y fraterno. Ésta es la grandeza de quien se somete al Reino de Dios: el amor a uno mismo ya no es obstáculo sino éxtasis para amar al único Dios y a una multitud de hermanos.

Por ello, vale la pena recordar que, antes de ir a comulgar se nos invita a dar la paz a los que tenemos al lado, como representantes de todos los que encontraremos a lo largo del día. Tomemos conciencia por tanto de que recibimos a Cristo, modelo de cómo hay que amar y darnos a nuestros hermanos. Modelo de cómo debemos entregarnos a los demás y ser pan partido para ellos. La cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su Pascua. Y ese camino es de entrega, de amor total. 

Tenemos que llenarnos completamente del amor de Dios. Esto se puede lograr, ya que San Pablo nos da un gran ejemplo cuando dice: «No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí». Es verdad. Todos los que están con Jesús y saben amarlo al igual que al prójimo, pueden parecerse a Jesús, que siempre nos muestra un gran ejemplo de amor al Padre y a los demás. Por eso, en este día, Cristo nos quiere invitar a acercarnos más al Reino de los cielos sabiendo amarle por medio del prójimo. 

Propósito 
Hoy viviré la caridad con mi prójimo y rezaré un Padrenuestro por todos los que buscan ser amados por Dios para que Él los cuide. 

Diálogo con Cristo 
Señor Jesús, después de meditar a tu lado cómo puedo amarte a través de mi prójimo, te doy gracias por enseñarme a amar, sabiendo que no sólo necesito amar a aquella persona que menos quiero, sino que también puedo amar al que lo necesita. 

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14:39

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