No sé qué nos pasa en algunos sectores de la Iglesia que de repente recibimos una luz cegadora que nos tira del caballo y nos hace comprender que hay personajes sin los cuales no hay reunión, congreso, charla, curso o encuentro que se precien. No es fácil saber cómo comienza la cosa, pero hay un día en que surge un nombre, como si del último profeta se tratara, y a partir de ese momento si no va Fulanito es que ni charla ni nada.
Pobre inculto de mí que, en julio pasado, ignoraba la existencia de Yayo Herrero, lo cual ya dice mucho de mi precariedad sacerdotal. Me la encontré por primera vez en una mesa redonda en la parroquia de Santa Cristina para hablar de ecología y esas cosas, en lo que servidor consideró un gol colado a D. Carlos Osoro.
El problema es que Yayo Herrero no sé si desde entonces, o es que servidor fue cuando comenzó a estar al loro, comenzó a aparecer en todo sarao católico que se preciara. Por ejemplo, y en poco tiempo, en cursos de Confer, de misionología y patrocinados por la comisión episcopal de misiones y hasta en unas jornadas de teología celebradas en el seminario de Málaga.
Esta señora, señorita, individua u lo que sea en su interior, es, por propia definición, ecofeminista y una de las fundadoras de ecologistas en acción, organización claramente pro abortista y nada amiga de la conferencia episcopal. Basta leer cosas de ella o escuchar alguna de sus charlas, que en internet se encuentran, y ya se sabe por dónde va el asunto.
Hoy, como viernes de cuaresma que es, he decidido asumir la penitencia de escuchar un ratito una charla de esta mujer, y la verdad es que no tiene desperdicio. Me he enterado de lo malos que son Ruiz Gallardón y la señora Merkel, amén de los postulados erróneos de la conferencia episcopal española en muchos temas, incidiendo en la cosa de la ideología de género. He sabido que el futuro del planeta ha de ser socialista, ecologista, no patriarcal y alegre (o será gay). Me ha vuelto a repetir lo malo malísimo que es el capitalismo, ha dejado claro que hay que revisar a fondo el llamado derecho a la propiedad y que su apuesta clara es el ecofeminismo. Por cierto, otra cosa son Pablo Iglesias y Errejón, gente buena, honesta y valiente. Cosas de Yayo Herrero.
Es igual. Nosotros, los católicos, memos elevados a n, cuando n tiende a infinito, o por lo menos parte de los católicos, no podemos vivir sin que Yayo Herrero nos ilustre con sus elucubraciones mentales. No se empeñen. No encontrarán a nadie más sabio, más santo, más eclesial ni más equilibrado. A la bim, a la bam, a la bim, bom, bam. La Herrero, la Herrero, y nadie más.
Sus últimas intervenciones públicas son en el día de la mujer trabajadora, planteando una huelga de mujeres. La pueden encontrar en una mesa redonda sobre “Socialismo, soberanía energética y movimiento popular”, según aparece anunciado en Mundo Obrero.
Hoy leo que se la espera este próximo lunes día 27 de marzo en la Residencia Universitaria Cardenal Spínola de Madrid, de las Esclavas del Divino Corazón, para hablar de “Género, Medio Ambiente y Pobreza”. Convencido estoy de que, para las universitarias, en una residencia católica, no hay tema más preocupante, acuciante, impresionante, impactante y definitivo que la relación entre género y medio ambiente. Y convencido de que para este transcendental asunto nadie más preparado que Yayo Herrero.
Que sea feminista, ecologista, pro abortista, podemita y enemiga de la conferencia episcopal son cosas menores. Tampoco nos vamos a poner tiquismiquis. ¿Pero a que a modernas y actuales no nos gana nadie?
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