Lo acabé de leer ayer con gusto, interés y aún con emoción. No imaginaba una recreación tan atinada de una época gloriosa, compleja, complicada y llena de matices de la gloriosa historia de España y de la Cristiandad.
Y, sobre todo, me encantó esa aparición repentina de Teresa que dehace la nube negra de sospechas y acusaciones contra ella. Tiene emoción e interés la novela y personajes bien dibujados y su medida y progresiva dosis de intriga.
Entretiene y engancha. Y sale airoso su autor (a quien tuve la dicha de conocer en Badajoz hace dos meses) del complicado punto de vista que adopta, al mira a Teresa por entre la bruma oscura de cierta piedad enfermiza que enturbió la vida cristiana de su época fuertemente religiosa y muy ejemplar en otros muchos aspectos.
No pretende Jesús Sánchez Adalid darnos a conocer a Teresa, ya conocida y reconocida con abundancia, sino destacar su sinceridad y llaneza frente a la falsa piedad; presentar su arrolladora humanidad frente a una pretendida divinización enajenada. Y pienso que lo logra, al recrear la figura de Teresa atractiva, cercana y grande, muy grande, y cercana, muy cercana, y muy humana y muy divina.
Un libro, pues, para disfrutar en las noches de este invierno del 500 aniversario de su nacimiento.
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