Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Miércoles de la 1 a. Semana – Ciclo B

“Al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. Curó muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios…”

(Mc 1,29-39)


Jesús comienza su vida pública expresando una gran sensibilidad frente al sufrimiento y el dolor. Le hacen saber que la suegra de Simón está con fiebre en cama.

No hace falta que le insinúen que la cure.

Le basta saber que está sufriendo.

La toma de la mano y la levanta.

Y se le pasó la fiebre y se puso a servirles.


Ser sensible ante el dolor de los demás:

Es señal de que el sufrimiento de los otros le afecta a él.

Tu sufrimiento es también el mío.

San Pablo decía: “¿Quién sufre que no sufra con él?”

No basta saber que alguien sufre.

Hay que tener suficiente sensibilidad para acercarnos a él.

Y el primer gesto es “cogerle de la mano”.

Es un gesto de afecto, de cariño, de solidaridad.

¡Cuántas penas desaparecerían con un simple tender la mano!

¡Cómo alivia el dolor el simple tomar de la mano!

Es hacerle sentir la cercanía y la solidaridad.

Es hacerle sentir la confianza de que no está solo.

¡A cuántos podríamos aliviar con solo acercarnos y ofrecerle nuestra mano estrechando la de ellos!

Alguien definió al cristiano como el que “alarga mano, toma de la mano”.

Tomar de la mano al que llora.

Tomar de la mano al que está preocupado.

Tomar de la mano al que está triste.

¡Es tan fácil y hace tanto bien!


Lo difícil de entender es que la religión del sábado prevalezca sobre el dolor de los demás.

Como si el sufrimiento fuese una especie de culto a Dios.

La gente tuvo que esperar a que “se pusiese el sol”.

Debió esperar a que terminase el sábado.

Para llevarle a Jesús sus enfermos.

Dar preferencia al culto por encima del sufrimiento del hombre.

Cuando el mejor culto es el amor al hombre.

El mejor culto es la preocupación por el hombre.

El mejor culto es el servicio al hombre.


Nos cuesta a todos poner al hombre su lugar.

Revalorizar al hombre por encima del incienso.

Incluso la mejor oración es el servicio que prestamos al que sufre.

Esto lo entendió muy bien San Vicente de Paúl que ordenó a su religiosas dejar el rezo del coro cuando un enfermo las necesitaba.

Y los entendió San Pablo de la Cruz que ordenó a sus religiosos que si era preciso se vendiesen los “vasos religiosos” si se trataba de atender a un enfermo.


Ser sensible a la esposa que sufre.

Ser sensible al esposo que sufre.

Ser sensible al hijo o al padre que sufre.

No podemos acostumbrarnos a ser testigos indiferentes de los que sufren.

No podemos acostumbrarnos a ver sufrir y no hacer nada.

“Padre, el domingo no he podido ir a Misa porque mi mamita está ancianita y no se la puede dejar solita”.

Quiero me absuelva porque quiero comulgar.

¿Y no quieres que te dé la comunión sin confesarte?

Atender a tu mamita anciana y enferma es tu mejor misa.


Jesús “curó a muchos enfermos de diversos males”.

Sé que amo de verdad cuando tu dolor sea mi dolor.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo B, Tiempo ordinario Tagged: atencion, cuidado, curacion, enfermos
21:57

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