En muchos ambientes cercanos a las labores del Opus Dei se ha iniciado ya una especie de cuentra atrás con la vista fija en el día de la beatificación de don Alvaro del Portillo. En Madrid quizá lo notamos menos, pero en otras ciudades de España el ambiente es muy distinto. Hay viajes organizados para todos los gustos y para casi todos los bolsillos; pero la agitación se nota especialmente entre la gente más joven, que hacen su particular "proselitismo" para ir bien acompañados a la "excursión" de Valdebebas.
Hace unos días, el hijo pequeño de Luis, que tiene doce años, me pregustó de sopetón:
--Oye, ¿cómo llamaremos a don Álvaro desde ahora: Beato don Álvaro, o Beato Álvaro a secas? Mejor "beato don Álvaro", ¿verdad?
La verdad es que vamos a necesitar una grúa para quitarle el "don".
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