Roma siempre ha sido famosa por sus fuentes. Desde muy antiguo hubo una en la Plaza del Panteón. La actual es el fruto de numerosas transformaciones a lo largo de los siglos.
Jacopo della Porta reemplazó el antiguo depósito de agua de pórfido, que estaba colocado sobre leones, por el actual de mármol gris africano y colocó alrededor las máscaras y delfines de mármol blanco. En el centro colocó un candelabro desde el que brotaba el agua. Esto fue el año 1575.
Los antiguos leones fueron trasladados a la fuente de Moisés (junto a la iglesia de santa María de la Victoria) y la gran bañera se transformó en un sepulcro papal.
Filippo Bariglioni se encargó en 1711 de cambiar el candelabro por el antiguo obelisco egipcio, con inscripciones del faraón Rampsés II.
Después de esta fecha la fuente ha sido restaurada varias veces, pero ya no ha vuelto a cambiar su fisonomía.
La podrán disfrutar mis amigos que llegan hoy desde Panamá, El Salvador, república Dominicana y España para participar en una peregrinación por Roma y Tierra Santa.
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