Celebro ya de víspera la gran fiesta sacerdotal de mañana, recordando a tantos amigos sacerdotes que la celebran también. Y, aunque no podamos estar cerca físicamente, lo estaremos con el recuerdo, el afecto y la oración.
Este año la fiesta estará muy marcada por la añoranza del amigo sacerdotes que se nos fue en plena juventud, el querido P. Mincho.
Que Jesucristo Sacerdote le permita asomarse a la ventana del cielo para alegrarse con sus amigos de la tierra que agradecemos y festejamos la gracia del ministerio sacerdotal: nosotros ejercitándolo en la tierra, él, Dios lo quiera, disfrutándolo en el cielo. Por ello: ¡Felicísima fiesta, amigos sacerdotes!
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