Del Vatican Insider
El Papa Francisco recibirá pronto a Gustavo Gutiérrez. Así lo anunció el amigo y más importante pupilo del “padre” de la teología de la liberación, Gerhard Ludwig Müller. El prefecto para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede parece empeñado en lograr una “rehabilitación” definitiva para el teólogo sudamericano, tras décadas de polarización en torno a su figura y pensamiento.
Gutiérrez se encuentra en Italia, donde presentó el domingo pasado su libro “De la parte de los pobres. Teología de la liberación, teología de la Iglesia” (Ed. San Paolo-Emi) en la Basílica de Santa Bárbara de Mantova. El texto, escrito a cuatro manos con el propio Müller, fue publicado por primera vez en Alemania en el año 2004 y ahora salió a la venta en Italia.
Por ese motivo el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, dedicó al volumen varias páginas de su edición del 4 de septiembre. Reprodujo dos artículos de los autores y un comentario del franciscano Ugo Sartorio. Este último artículo sugirió que la llegada de Jorge Mario Bergoglio al papado debe marcar forzosamente un “rescate” de la teología de la liberación. Pero algunos de sus argumentos resultaron, cuanto menos, contradictorios.
“Con un Papa latinoamericano, la teología de la liberación no podía permanecer, por largo tiempo, en el cono de sombra en el cual ha sido relegada desde hace algunos años, al menos en Europa", escribió Sartorio. Pero más abajo se contradijo, al recordar que el libro más importante de Gutiérrez, titulado “Teología de la liberación” y editado por primera vez en Lima (Perú) en 1971, para 1992 ya contaba con 10 ediciones.
No obstante la hostilidad de algunos sectores, incluso de la misma Curia Romana, en realidad el pensamiento del religioso peruano y la teología de la liberación han gozado de una gran atención, no sólo en América Latina sino también en Europa. El interés y el constante apoyo brindado por Müller son un ejemplo tangible.
En otro pasaje Sartorio (citando al padre Juan Carlos Scannone, jesuita y maestro de Bergoglio) sugiere que el Papa Francisco, “comparte” la corriente de la teología de la liberación argentina que “utiliza el método de ‘ver-actuar-juzgar’ y vincula la praxis histórica y la reflexión teológica, recurriendo a la mediación de las ciencias sociales y humanas".
Pero, durante la conferencia de los obispos latinoamericanos en Aparecida (2007), el entonces arzobispo de Buenos Aires se mostró crítico con los límites de ese método. Una crítica que repitió en julio pasado, al reunirse con la comisión permanente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) en Brasil. En ese discurso advirtió sobre la tentación de “ideologizar el mensaje evangélico".
Francisco puso como ejemplo a Aparecida y sostuvo: “En un momento (la cumbre de obispos) sufrió esta tentación bajo la forma de asepsia. Se utilizó, y está bien, el método de ‘ver, juzgar, actuar’ . La tentación estaría en optar por un ‘ver’ totalmente aséptico, un ‘ver’ neutro, lo cual es inviable. Siempre el ver está afectado por la mirada. No existe una hermenéutica aséptica. La pregunta era, entonces: ¿con qué mirada vamos a ver la realidad? Aparecida respondió: Con mirada de discípulo".
Los esfuerzos del prefecto Müller por destacar la propuesta de Gutiérrez fueron interpretados como un intento por “rehabilitar” a su amigo. Es verdad que el religioso peruano nunca fue “condenado” por El Vaticano, pero sí es cierto que su pensamiento original provocó “ciertos abusos pastorales” producto de una “teología de la liberación mal entendida", como lo constató la Congregación para la Doctrina de la Fe el 27 de octubre de 1995.
Roma pidió al autor corregir varios de los errores en sus obras con un artículo titulado “La Koinonía eclesial", que se envió a Roma en 1998 pero se publicó en 2004. Con esa reproducción El Vaticano dio por terminado el caso. Así las cosas, hoy por hoy Gustavo Gutiérrez no necesita rehabilitación alguna. Aunque pareciera. Tal vez se trate de un intento por “lavarle la cara” y permitir que sea incluido en la Comisión Teológica Internacional, ese organismo de la Santa Sede que reúne a los teólogos más destacados del mundo.
Serafines susurran.- Que no se aplaca el escándalo en República Dominicana respecto de las revelaciones sobre el ex nuncio y delegado apostólico en Puerto Rico, Josef Wesolowski. El pasado fin de semana el programa televisivo que destapó el caso presentó el testimonio de un niño que aseguró haber sostenido encuentros sexuales con el diplomático vaticano.
Esta declaración echó por tierra el vano (y casi grotesco) esfuerzo de la Conferencia del Episcopado dominicano que el jueves 5 de septiembre convocó a una conferencia de prensa para abordar esta y otras situaciones de sacerdotes infieles. Lo que se presentaba como un sobrio encuentro con la prensa en el cual (experiencia marca) era mejor sólo difundir un mensaje del arzobispo de Santo Domingo pidiendo perdón, terminó convirtiéndose prácticamente en una discusión de mercado.
Los organizadores de tal rueda informativa mostraron sobrada incapacidad para comprender los resortes mediáticos (y las insidias que estos conllevan). En su impericia quisieron tapar el sol con un dedo, llegando casi a justificar al ex nuncio. Para ello se empeñaron en negar públicamente, una y otra vez sin éxito, que Wesolowski haya sido removido por sus inclinaciones “non sanctas". Bueno, en realidad no es que lo negaron, simplemente quisieron mantener -a capa y espada, incluso ante las abrumadoras evidencias- la actitud de: “no podemos decir por qué fue removido y por qué es investigado el ex embajador". Punto.
Alguien les habrá dicho que esa era la estrategia a seguir y la cumplieron, pero les salió el tiro por la culata. Porque negándose a reconocer lo evidente, pareció que justificaron al injustificable. Y para “aguantar” el embate de los periodistas, a los cuales esa pírrica versión dejó totalmente insatisfechos, terminaron echando la culpa a la prensa. Como si eso acabara con el problema.
¿Resultado? La Iglesia dominicana dio una pésima imagen de si. No sólo por lo anterior, sino también porque a los “iluminados” organizadores de la conferencia de prensa no les vino mejor idea que traer a la misma a algunas personas que antes, en un reportaje televisivo, habían atestiguado situaciones comprometedoras para el nuncio. Y las llevaron allí nada menos que a retractarse públicamente de lo que habían dicho antes. No sólo a retractarse, sino a decir todo lo contrario de lo anterior justificándose que ante las cámaras se sintieron “abrumados” y se inventaron las cosas. Puso el sello a este deplorable espectáculo una de las organizadoras que tuvo a bien aclarar: “No queremos que se crea que estas personas se están retractando porque las presionó la Iglesia…". Noooo, para nada.
Lo cierto es que el proceso contra el nuncio Wesolowski en El Vaticano avanza. Lo lleva adelante la Congregación para la Doctrina de la Fe y es por denuncias de abusos sexuales contra menores. Eso ya es un hecho, como lo es también que la investigación no ha sido concluida. Mientras eso no ocurra es imposible afirmar la culpabilidad definitiva del imputado. Todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Pero si fue removido de su cargo y convocado de urgencia a Roma las acusaciones son verosímiles. Como dijo el portavoz de la Santa Sede, Federico Lomabrdi: “El problema existe y es grave". Afirmar cualquier otra cosa es querer tomar el pelo, no a los periodistas sino a la opinión pública en general.
Publicar un comentario