Hoy día algunos párrocos colocan en sus iglesias confesionarios modernos. A mí me gustan los antiguos. Esos confesionarios de ahora que son como un cajón grande con dos sillas, no dan impresión de sacralidad. Además, aunque suelen tener una rejilla, ésta es corredera, y suele estar abierta.
Mis confesionarios favoritos son los góticos. Pero góticos o no, lo bueno de los antiguos es que son un ornato para el templo, tienen rejilla no corredera, se ve claramente si el sacerdote está dentro y si alguien se está confesando.
El confesionario de toda la vida es una perfecta sede para el sacramento, respira dignidad y permite al penitente confesarse sin que se le vea si así lo desea.
Voy a tener que constituir una asociación para la defensa del confesionario antiguo. O mejor la ACCM, Asociación contra el Confesionario Moderno. Las asociaciones a la contra tienen más encanto. Las asociaciones a favor de algo siempre son más insulsas.
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