“A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos, ni entren en las ciudades de Samaria, sino vayan a las ovejas descarriadas de Israel. Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca”. (Mt 10,1-7)
Diera la impresión de que el Evangelio de hoy entra en contradicción con el de ayer.
Ayer, Jesús contemplaba toda la mies.
Ayer, Jesús contemplaba la humanidad entera.
Hoy, pareciera que solo le interesa Israel.
Ni siquiera le interesa Samaria.
¿En qué quedamos?
¿La Iglesia está para unos cuantos privilegiados o está para la humanidad entera?
Creo que es preciso situarnos en el momento.
Jesús necesita formar primero un grupo pequeño que le siga y acompañe.
Jesús necesita formar primero un grupo que sirva de modelo del Reino.
Pero, comenzar por una parcela de la viña de Dios, no significa, renunciar a toda la viña.
Además, los discípulos viven y comparten la misión de Jesús encarnado.
Será necesario esperar a Pentecostés.
Es entonces que los discípulos se abren a todo el mundo conocido.
Y es a partir a Pentecostés que los discípulos comenzarán a dispersarse por el mundo.
Siempre se necesita comenzar por un grupo que sirva de semilla.
Pero no para quedarnos encerrados en ese pequeño pedazo de la hacienda.
Jesús es la escuela del que comienza.
Jesús es la escuela de la iniciación.
Será el Espíritu:
El que provoque la dispersión.
El que despierte la conciencia de universalidad.
El que abra “al pequeño rebaño” a la humanidad entera.
Cuanto más se encierra la Iglesia sobre sí mismo, menos sentirá la presencia del Espíritu.
Cuanto más se abra la Iglesia a todas las gentes, será señal de la presencia del Espíritu en ella.
Cuanto más actúe el Espíritu en la Iglesia:
Más amplio será su horizonte evangelizador.
Más amplio y más grande será el mundo que espera la noticia del reino.
Más será la mentalidad de convertir la Iglesia entera en evangelizadora.
Más será la mentalidad de no reducirla al clericalismo, al que estamos acostumbrados.
Más será la mentalidad de despertar la conciencia de todo Pueblo de Dios.
Más será la mentalidad de contar con los seglares que también son Iglesia.
Más será la mentalidad de invitar a los seglares, que también ellos han recibido el don del Espíritu.
Necesitaremos
“comunidades modelo”.
“comunidades que atraigan”.
“comunidades que con su vida inviten”.
“comunidades que vivan hacia dentro, pero salgan luego hacia fuera”.
“comunidades que sean fuente de energía evangélica”.
“comunidades que no se contenten con la misa dominical, sino que luego salgan a anunciar y proclamar”.
“comunidades cuya vida sean modelo del reino”.
“comunidades como punto de partida para “salir a los caminos”.
“comunidades de las que se pueda decir: “mirad cómo viven”.
“comunidades de las que se pueda decir: “mirad cómo se aman”.
Cuantos tenemos el privilegio de vivir en torno a Jesús, tenemos el deber luego de irradiarlo.
La luz no es para alumbrarse a sí misma sino para disipar las tinieblas.
Todos estamos subidos en el mismo carro.
Todos tenemos los mismos caminos.
Todos tenemos las mismas responsabilidades.
El mundo del Evangelio es la humanidad.
No será lo que decimos lo que siegue el trigo.
Sino el ejemplo de cómo vivimos el que llevará a cabo la cosecha.
Clemente Sobrado C. P.
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