Del Vatican Insider
El Papa instó hoy a los presidentes de Israel y de Palestina a romper la espiral del odio en Medio Oriente y tener la valentía de decir sí a la negociación y no a la hostilidad, sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones. Shimon Peres y Mahmud Abbas protagonizaron junto a Francisco un encuentro histórico en el Vaticano, lleno de momentos sugestivos.
Todo comenzó a las 18:10 horas, cuando el pontífice recibió al presidente israelí en la Casa de Santa Marta. Ahí se reunió con él durante unos 20 minutos en privado. Luego tocó el turno a Abbas, con quien el líder católico también dialogó cara a cara.
En el ingreso de la residencia tuvo lugar el primer momento inédito, un abrazo entre los presidentes con Jorge Mario Bergoglio como testigo. A ellos se sumó el patriarca ecuménico de Constantinopla, el líder ortodoxo Bartolomé I. Todos juntos abordaron una sencilla camioneta blanca, a bordo de la cual recorrieron los Jardines Vaticanos hasta el prado donde tuvo lugar el acto de “invocación por la paz”.
Aquella escena fue sorprendente. Sentados en asientos enfrentados, parecieron dialogar como viejos amigos antes que líderes mundiales. Uno de los tantos gestos sin precedentes de una jornada que quedará estampada en los libros de historia. Otros de los momentos clave fue cuando los cuatro plantaron juntos un árbol de olivo.
Tras los diversos espacios de oración -de judíos, cristianos y musulmanes-, tomó la palabra el Papa. “Para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones; sí a la sinceridad y no al doblez”, indicó.
Advirtió que el mundo es un legado recibido de los antepasados, pero también un préstamo “de nuestros hijos”, los cuales “están cansados y agotados por los conflictos y con ganas de llegar a los albores de la paz”. Estableció que esos mismos hijos exigen “derribar los muros de la enemistad” y tomar el camino del diálogo y de la paz, para que triunfen el amor y la amistad.
“Muchos, demasiados de estos hijos han caído víctimas inocentes de la guerra y de la violencia, plantas arrancadas en plena floración. Es deber nuestro lograr que su sacrificio no sea en vano. Que su memoria nos infunda el valor de la paz”, insistió.
Francisco reconoció que, para lograr la reconciliación, se necesita valor y “gran fuerza de ánimo”, la fuerza de perseverar en el diálogo a toda costa, la paciencia para tejer día tras día el entramado cada vez más robusto de una convivencia respetuosa y pacífica.
“La historia nos enseña que nuestras fuerzas por sí solas no son suficientes. Más de una vez hemos estado cerca de la paz, pero el maligno, por diversos medios, ha conseguido impedirla. Por eso estamos aquí, porque sabemos y creemos que necesitamos la ayuda de Dios. Hemos escuchado una llamada, y debemos responder: la llamada a romper la espiral del odio y la violencia; a doblegarla con una sola palabra: hermano. Pero para decir esta palabra, todos debemos levantar la mirada al cielo, y reconocernos hijos de un mismo padre”, dijo.
Por su parte el presidente de Israel, Shimon Peres, invocó una paz “entre iguales”. “Dos pueblos –los israelíes y los palestinos- desean aún ardientemente la paz. Las lágrimas de las madres y sus hijos están aún impresas en nuestros corazones. Nosotros debemos poner fin a los gritos, a la violencia, al conflicto. Todos nosotros tenemos necesidad de paz. Paz entre iguales”, afirmó.
Consideró que si todos persiguen la paz con perseverancia y con fe, la alcanzarán. Y ella durará gracias a los representantes de todos los credos y de todas las naciones. “Nosotros todos somos iguales ante el señor. Nosotros somos todos parte de la familia humana. Por ello sin paz nosotros no estamos completos y debemos aún cumplir la misión de la humanidad”, agregó.
Recordó que el libro de los libros de los judíos, la Torá, les impone el camino de la paz y les pide empeñarse en su realización. Por eso clamó para que la pacificación pueda alcanzarse “pronto”, aunque eso implique sacrificios o compromisos.
“Que la verdadera paz sea nuestra herencia, pronto y rápidamente. Esto significa que debemos perseguir la paz. Cada año. Cada día. Incluso cuando la paz parezca lejana, nosotros debemos perseguirla para hacerla más cercana. Nosotros podemos –juntos y ahora, israelíes y palestinos- transformar nuestra noble visión en una realidad de bienestar y prosperidad. Está en nuestro poder llevar la paz a nuestros hijos. Este es nuestro deber, la misión santa de los padres”, apuntó.
Luego el presidente palestino, Mahmud Abbas, imploró seguridad, salvación y estabilidad para su país. Insistió particularmente en defender a Jerusalén como parte de la Tierra Palestina, en congruencia con la posición de su gobierno.
“Te suplico, señor, en el nombre de mi pueblo, el pueblo de la palestina –musulmanes, cristianos y samaritanos- que desea ardientemente una paz justa, una vida digna y la libertad, te suplico, señor, de hacer el futuro de nuestro pueblo próspero y prometedor, con la libertad en un Estado soberano e independiente”, precisó.
Durante su mensaje citó palabras de Jesucristo y de Juan Pablo II, clamó porque Palestina sea una tierra segura para todos los creyentes y solicitó a Dios aliviar el sufrimiento de su pueblo.
“Oh señor, trae una paz completa y justa para nuestro país y a la región para que nuestro pueblo y los pueblos del Medio Oriente y el mundo entero puedan gozar del fruto de la paz, de la estabilidad y la coexistencia. Nosotros deseamos la paz para nosotros y nuestros vecinos. Nosotros buscamos la prosperidad y los pensamientos de paz para nosotros como para los demás”, sentenció.
Tras el plantado del olivo los cuatro: el Papa, Peres, Abbas y Bartolomé se dirigieron –a pie- al edificio de la Casina Pío IV, la sede de la Pontificia Academia para las Ciencias, ubicada a apenas unos metros. Allí sostuvieron un encuentro privado.
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