Nostalgia de la primavera




¡Quién pudiera elevarse en el globo, por encima de este viento seco que llega del Desierto, hasta encontrar la primavera perdida! En algún sitio debe estar la primavera. Hace dos días la teníamos aquí, florida y rumorosa, con sus jilgueros revoloteando en el jardín y la bendita alergia a la que tanto echo de menos. Lo de ahora es peor: en Madrid, el 40 de mayo trae arena del Sahara y camellos en suspensión que en cualquier momento pueden precipitarse sombre nuestras cabezas.




No está diseñado uno para estos prematuros calores: los músculos se me aflojan, los ojos se me resecan, la lengua se me pega al paladar, y el cerebro se niega a cumplir con su cometido.




Hoy he estado de viaje. Nada especial me ha ocurrido en la autopista; sólo el bombardeo radiofónico de los tertulianos, las descalificaciones de los políticos, y la música de Mahler, que siempre me deja en el pecho un fondo de tristeza.




Sí, tenéis razón; también he charlado con Kloster, con el GPS y con mi Ángel Custodio.




15:31

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