Termina el cuarto día de curso de retiro cuando Carmen me ataca por sorpresa.
―¿Se acuerda de mí?
―…la verdad…
―En Valencia, hace cuarenta y dos años. El Colegio Mayor Saomar… Usted era el sacerdote.
―No, Carmen, lo siento; no me acuerdo de nada.
―Fui de la primera promoción del Colegio…: Elena, Asun, Cristina, Lali, Amparo…
A medida que va diciendo los nombres y apellidos, se me aparecen en la imaginación todas las caras y todas las voces con una nitidez sorprendente. Dios mío, ¿cómo es posible que las haya olvidado?
Ya se ve que el corazón almacena muchos más datos que la memoria… Esta noche pediré al corazón que me lea la lista entera.
Publicar un comentario