De la secularización interna de la Iglesia, pocas cosas se libran: un espíritu de postmodernidad exige desacralizarlo todo, olvidar la propia identidad, relegar lo católico al silencio y ofrecer una propuesta filantrópica, de un genérico "amor", de un servicio social, de una ayuda, sin que se vea su conexión real ni con el Don de la Caridad ni con la Iglesia misma. En la liturgia esta expresión de la secularización está clarísima, y muchísimas veces la hemos abordado, pero también hay otras dimensiones de la vida católica que están afectadas; entre ellas, también Cáritas.
Cáritas, nada más hay que ver bien su nombre, es la prolongación de la Cáritas sobrenatural, del Amor de Dios entregado, que la Iglesia recibe y luego comunica a todos santificando en la liturgia, evangelizando en la predicación y catequesis, acompañando a los enfermos, sirviendo a los necesitados. Son todas áreas de la vida de la Iglesia irrenunciables, y prestamos un mal servicio a la verdad, cuando, con mentalidad secularizada, olvidamos todo y centramos el para qué sirve en la Iglesia en un simple "ayudar a los pobres"; mal servicio prestamos cuando, olvidando la originalidad del cristianismo, la reducimos a las prestaciones sociales y servicios asistenciales que la Iglesia realiza. ¿Acaso la Iglesia es simplemente una ONG más?
Ya Benedicto XVI, en su primera encíclica, puntualizaba estos aspectos que es bueno recordarlos. Ninguna ideología (y sabemos que hay "teologías" que son "ideologías") puede guiar la acción caritativa de la Iglesia:
"Por lo que se refiere a los colaboradores que desempeñan en la práctica el servicio de la caridad en la Iglesia, ya se ha dicho lo esencial: no han de inspirarse en los esquemas que pretenden mejorar el mundo siguiendo una ideología, sino dejarse guiar por la fe que actúa por el amor (cf. Ga 5, 6). Han de ser, pues, personas movidas ante todo por el amor de Cristo, personas cuyo corazón ha sido conquistado por Cristo con su amor, despertando en ellos el amor al prójimo" (n. 33).
Nace del amor de Cristo, buen samaritano, y forma parte de la naturaleza de la Iglesia misma:
"La Iglesia es una de estas fuerzas vivas: en ella late el dinamismo del amor suscitado por el Espíritu de Cristo. Este amor no brinda a los hombres sólo ayuda material, sino también sosiego y cuidado del alma, un ayuda con frecuencia más necesaria que el sustento material. La afirmación según la cual las estructuras justas harían superfluas las obras de caridad, esconde una concepción materialista del hombre: el prejuicio de que el hombre vive « sólo de pan » (Mt 4, 4; cf. Dt 8, 3), una concepción que humilla al hombre e ignora precisamente lo que es más específicamente humano" (n. 28).
Algo que no debemos olvidar, sino potenciar, es la identidad cristiana de cada uno de los miembros de Cáritas. El amor de Cristo es su motor, y la Iglesia su hogar, su familiar; trabajan y sirven en la comunión de la Iglesia, ayudando, colaborando, a las necesidades de quien sufre, sabiendo que es la Iglesia, y Cristo mismo por medio de él, quien opera por medio de Cáritas:
"la mejor defensa de Dios y del hombre consiste precisamente en el amor. Las organizaciones caritativas de la Iglesia tienen el cometido de reforzar esta conciencia en sus propios miembros, de modo que a través de su actuación —así como por su hablar, su silencio, su ejemplo— sean testigos creíbles de Cristo" (n. 31).
Cáritas tiene su cometido propio prolongando el amor de Cristo, pero libre de partidos e ideologías; no es su fin ni su ámbito el cambio de estructuras o las manifiestos reivindicativos con el lenguaje mundano. Es otra su órbita:
"La actividad caritativa cristiana ha de ser independiente de partidos e ideologías. No es un medio para transformar el mundo de manera ideológica y no está al servicio de estrategias mundanas, sino que es la actualización aquí y ahora del amor que el hombre siempre necesita" (n. 30 b).
Más claro aún, si cabe, es un discurso dirigido a la Cáritas Internacional, buscando reforzar la identidad católica de Cáritas, tan diluida muchas veces, por desgracia, en lenguajes secularizados o con documentos con análisis y una visión un tanto apartada del Magisterio. Si el discurso del Papa está dirigido a Cáritas Internacional, bien se puede luego aplicar a Cáritas nacional, diocesana y parroquial. Desde luego es una lección sublime del Papa poniendo en claro aspectos en ocasiones diluidos:
"Caritas Internationalis es distinta de otras agencias sociales porque es un organismo eclesial, que comparte la misión de la Iglesia. Esto es lo que los Pontífices han querido siempre y esto es lo que vuestra Asamblea General debe afirmar con fuerza. En ese sentido, hay que observar que Caritas Internacionalis está constituida fundamentalmente por varias Caritas nacionales. A diferencia de tantas instituciones y asociaciones eclesiales dedicadas a la caridad, las Caritas tienen un rasgo distintivo: pese a la variedad de formas canónicas asumidas por las Caritas nacionales, todas son una ayuda privilegiada para los obispos en su ejercicio de la caridad. Esto comporta una especial responsabilidad eclesial: la de dejarse guiar por los Pastores de la Iglesia. Desde el momento que Caritas Internationalis tiene un perfil universal y está dotada de personalidad jurídica canónica pública, la Santa Sede tiene el deber de seguir su actividad y de vigilar para que, tanto su acción humana y de caridad como el contenido de los documentos que difunde, estén en plena sintonía con la Sede Apostólica y con el Magisterio de la Iglesia, y para que se administre con competencia y de modo transparente. Esta identidad distintiva es la fuerza de Caritas Internationalis, y es lo que hace su actividad particularmente eficaz.
Además, quisiera subrayar que vuestra misión os lleva a desarrollar un importante papel en el plano internacional. La experiencia que habéis adquirido en estos años os ha enseñado a haceros portavoces ante la comunidad internacional de una sana visión antropológica, alimentada por la doctrina católica y comprometida en la defensa de la dignidad de cada vida humana. Sin un fundamento transcendente, sin una referencia a Dios creador, sin la consideración de nuestro destino terreno, corremos el riesgo de caer en manos de ideologías dañinas. Todo lo que decís y hacéis, el testimonio de vuestra vida y de vuestras actividades, son importantes y contribuyen a promover el bien integral de la persona humana. Caritas Internationalis es una organización que tiene el papel de favorecer la comunión entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares, como también la comunión entre todos los fieles en el ejercicio de la caridad. Al mismo tiempo, está llamada a ofrecer su propia contribución para llevar el mensaje de la Iglesia a la vida política y social en el plano internacional. En la esfera política – y en todas aquellas áreas que se refieren directamente a la vida de los pobres– los fieles, especialmente los laicos, gozan de una amplia libertad de acción. Nadie puede, en materias abiertas a la discusión libre, pretender hablar "oficialmente" en nombre de todos los laicos o de todos los católicos (cf. Con. Ecum. Vat. II, Gaudium et Spes, 43; 88). Por otro lado, cada católico, en verdad cada hombre, está llamado a actuar con conciencia purificada y con corazón generoso para promover de manera decidida aquellos valores que he definido a menudo como "no negociables"" (Disc. a Cáritas Internationalis, 27-mayo-2011).
¿No os parece que hay mucho que revisar, reajustar?
¿No os parece que esa identidad católica nacerá cuando todos y cada uno de los miembros de Cáritas cultiven una intensa espiritualidad y vida interior, oración y sacramentos?
¿No os parece que, por su vinculación, quienes trabajan tan bien en el campo de la Caridad, serán los primeros en cultivar una vida eucarística, potenciar la adoración al Santísimo, porque de ahí nacerá la verdadera Caridad y la mirada de amor a cada hombre necesitado?
Publicar un comentario