“Las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido”. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: “Si eres rey de los judíos, sálvate a ti mismo”… Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”.
(Lc 23,35-43)
Celebramos hoy la festividad del Jesucristo Rey del universo.
La liturgia le aplica nada menos que una parte del relato de la Pasión.
Un diálogo destructor.
Hay muchas maneras de destruir a los otros.
Tal vez la burla sea una de esas maneras de destruir a los demás.
Burlarse es rebajarle como persona.
Burlarse es destruir la propia dignidad.
Burlarse es desdibujar la propia personalidad.
Burlarse es desdibujar la propia identidad.
Burlarse es decirle alguien eres un mentiroso.
Burlarse es decirle a alguien que no es lo que dice ser.
Burlarse es borrar en alguien su propio ser, su propia dignidad.
Jesús termina como comenzó.
El proceso es el mismo:
demostrar que no es hijo de Dios.
Es la lucha interior entre demostrar que sí es pero siendo infiel a lo que es.
Es la lucha interior entre negarse a sí mismo pero demostrando la fidelidad a si mismo.
Es la humillación diciendo que no es.
Es la humillación delante e los hombres pero obedeciendo al Padre.
Al comienzo se daba la misma lógica:
Si eres hijo de Dios convierte las piedras en panes.
Si eres hijo de Dios echa abajo.
Mala es la cárcel.
Pero peor es la cárcel des del desprecio.
Mala es el muerte ¿pero no será peor morir como una mentira en el corazón de los demás?
¿Será por eso que todos buscamos tener una buena reputación ante los demás?
¿No será por eso que todos buscamos nos tengan por auténticos?
¿No será por eso que todos vivimos una especie de muerte cuando ya nadie cree en nosotros?
Y Jesús, antes de morir en la cruz muere en el corazón de todos:
En el corazón de la gente.
En el corazón de los soldados.
En el corazón de las autoridades.
En el corazón del ladrón.
Señor, tú subes a la cruz ya muerte.
Señor, antes que en ti ya está muerto en el corazón de todos.
Malo es que a uno le maten en los brazos de la cruz.
¡Qué malo y humillante es que alguien te mate en su mente!
¡Qué malo y humillante es que alguien te mate en su estima!
¡Qué malo y humillante es que alguien te mate en su corazón!
Y esta es la que todos realizamos en Jesús.
Un rey que entró en el mundo “rebajándose a sí mismo”.
Un rey que le ponen fin a su vida, no creyéndole en su identidad.
Señor, dame el coraje de aceptar la humillación de los que no creen en mí.
Señor, gracias por los que no creen en mi vocación.
Señor, gracias por aquellos que no creen en mi celibato.
Señor, gracias por aquellos que no creen en verdad.
Porque así me realeza se parecerá más a la tuya.
Clemente Sobrado C. P.
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