Jesucristo, Rey del Universo – Ciclo C
Terminamos el Año Litúrgico, ciclo C, como siempre con la festividad de Jesucristo Rey del Universo. Un título que hoy pueda sonar un tanto extraño, como también sonó extraño en la vida de Jesús, sobre todo en la última semana de su vida.
Por más llamativo que parezca, los días de la Pasión fueron:
Los días más trágicos para Jesús.
Y los más burlescos por parte de los hombres.
Se burlan de El en el tribunal religioso.
Se burla de El Herodes a quien le encanta lo cómico.
Se burlan de El los soldados, coronándolo con corona de espinas.
Y ahora se burlan todos de El en la Cruz:
“Las autoridades hacían muecas a Jesús”.
“Que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido”.
“Se burlaban también los soldados”.
“Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”.
Y Pilatos corona la Cruz con un letrero bien visible.
“Jesús Nazareno, rey de os judíos”.
Un rey poco majestuoso.
Un rey demasiado cómico.
Un rey desacreditado en su propia identidad.
Un rey desacreditado en su propia dignidad.
Acostumbrados al circo, los hombres hacemos circo de todo, hasta con Dios.
Lo convertimos en el payaso que nos divierte.
Pero esta vez no es el payaso que divierte a los niños sino a los grandes.
Ese el Rey que celebramos hoy.
Esa es la realeza que celebramos hoy.
Los hombres tomamos poco en serio a Dios.
Los hombres tomamos poco en serio la misma Cruz.
Lo tomamos tan poco en serio:
Que nos atrevemos a negarlo.
Que nos atrevemos a vivir sin él.
Que nos atrevemos a vivir en la indiferencia.
Que nos atrevemos a reemplazarlo por nuestros “diositos”.
Esos dioses que nosotros nos inventamos: el dinero, el poder, el placer, el bienestar.
Y sin embargo, nos guste o no a lo hombres:
Jesús seguirá colgado de la Cruz.
Jesús seguirá revelando el amor de Dios desde la Cruz.
Jesús seguirá revelando el mundo nuevo desde la Cruz.
Jesús seguirá revelando su salvación al muundo.
Le retarán a que “baje de la Cruz”.
Pero El preferirá bajarnos a nosotros de las nuestras.
Le retarán a que demuestre su dignidad.
Pero El seguirá demostrando lo importantes que somos cada uno de nosotros.
Le retarán a que “se salve a sí mismo”.
Pero El preferirá salvarnos a nosotros.
Y como dice el Prefacio de la Misa de hoy:
“Porque consagrado Sacerdote eterno y Rey del universo,
a tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
ungiéndolo con el óleo de la alegría,
para que ofreciéndose a sí mismo,
como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz,
consumara el misterio de la redención humana,
y, sometido a su poder la creación entera,
entregara a su majestad infinita
un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida,
el reino de la santidad y la gracia,
el reino de la justicia, el amor y la paz”.
El mayor absurdo es:
Convertir lo esencial en accidental.
Convertir a Dios muñeco de diversión.
Tomar la fe como signo de ignorancia.
Rendir culto a nuestros pequeños dioses.
Y avergonzarnos a rendir culto al verdadero Dios.
Hablar libremente de nuestros de nuestros pequeños dioses.
Sentir vergüenza de hablar y confesar al verdadero Dios.
A Dios podemos negarlo.
Pero no podemos dejar que exista.
A Dios podemos ridiculizarlo.
Pero no podemos evitar que El nos tome tan en serio que dé su vida por nosotros.
Clemente Sobrado C. P.
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