El programa del papado Bergoglio


Es apenas una exhortación apostólica. Ni siquiera una carta encíclica, la máxima expresión del magisterio pontificio. Pero la “Evangelii gaudium” (La alegría del evangelio) presentada formalmente hoy contiene dentro de sí el programa del pontificado de Francisco. No sólo porque resume algunas de las ideas fuerza que el líder católico ha desarrollado en sus primeros ocho meses de ministerio petrino. Sino porque ofrece un iluminador análisis de los problemas reales que aquejan a la Iglesia de hoy y explica cuál es el camino del Papa para la cristiandad. Con dos palabras clave: “conversión pastoral".


Evangelii No se trata de un documento corto. Tiene 219 páginas y no obstante su extensión, su lectura corre veloz. Es todo Bergoglio. Además quienes hablan español se ven beneficiados, porque el original fue escrito con el Papa en esta lengua.


Para nada sorprende que al leer la exhortación se confirmen muchas cosas, como por ejemplo la profunda voluntad reformadora de Francisco. Su llamado a la conversión, su sensibilidad ante las injusticias, ante la falta de congruencia y ante todas aquellas cosas que ofuscan el mensaje de Cristo. De la opción preferencial por los pobres hasta el rol de la mujer en la Iglesia, el documento aborda todos los asuntos. No esquiva ninguno. Por eso no podemos sino recomendar vivamente su lectura.


Aún así compartimos con los seguidores de este blog una selección (arbitraria) de párrafos importantes del documento. Muchos podrán encontrar estimulantes otros pasajes, de eso no tengo la menor duda porque la exhortación es notable en varias de sus partes.



“La Iglesia en salida es la comunidad de discí́pulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañ̃an, que fructifican y festejan. ‘Primerear’: sepan disculpar este neologismo".


“Una impostergable renovació́n eclesial. Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelizació́n del mundo actual más que para la autopreservació́n".


“Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversió́n del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización.También el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal necesitan escuchar el llamado a una conversió́n pastoral. Una excesiva centralizació́n, má́s que ayudar, complica la vida de la Iglesia".


“Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida. No tengamos miedo de revisarlas".


“Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la vida sacramental, no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles. Estas convicciones también tienen consecuencias pastorales que estamos llamados a considerar con prudencia y audacia. A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas".


“No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, los pobres son los destinatarios privilegiados del evangelio. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contenció́n, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta".


“En el caso de las culturas populares de pueblos católicos, podemos reconocer algunas debilidades que todaví́a deben ser sanadas por el Evangelio: el machismo, el alcoholismo, la violencia doméstica, una escasa participació́n en la eucaristía, creencias fatalistas o supersticiosas que hacen recurrir a la brujería".


“Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solució́n en una educación que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos".


“Esto se vuelve todaví́a má́s irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupció́n profundamente arraigada en muchos países –en sus gobiernos, empresarios e instituciones– cualquiera que sea la ideología poliítica de los gobernantes".


“Cuando más necesitamos un dinamismo misionero que lleve sal y luz al mundo, muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier compromiso que les pueda quitar su tiempo libre".


“Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre".


“Dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades, ¡cuántas guerras! En el barrio, en el puesto de trabajo, ¡cuántas guerras por envidias y celos, también entre cristianos!".


“La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Ademá́s, algunos dejan de vivir una pertenencia cordial a la Iglesia por alimentar un espíritu de internas".


“Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicció́n de que varó́n y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente. El sacerdocio reservado a los varones es una cuestió́n que no se pone en discusión, pero puede volverse particularmente conflictiva si se identifica demasiado la potestad sacramental con el poder".


“Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolució́n, aunque hable de temas sociales o critique a los gobiernos".


“Si alguien se siente ofendido por mis palabras, le digo que las expreso con afecto y con la mejor de las intenciones, lejos de cualquier interés personal o ideología política. Mi palabra no es la de un enemigo ni la de un opositor".


“Sólo me interesa procurar que aquellos que están esclavizados por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta tierra".


“Queda claro que Jesucristo no nos quiere príncipes que miran despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo. Ésta no es la opinión de un Papa ni una opción pastoral entre otras posibles; son indicaciones de la Palabra de Dios tan claras, directas y contundentes que no necesitan interpretaciones".



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