Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Jueves de la 22 a. Semana

“Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”.

“Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”.

Jesús dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”. (Lc 5,1-11)


Donde los hombres hablamos de fracaso, Dios habla de éxito.

Donde los hombres hablan de no pescar nada, Dios llena las barcas.

Donde los hombres decimos “no se puede”, Dios dice “echa las redes”.

Donde el hombre dice “apártate de mí”, Jesús le invita a seguirle.

Donde el hombre dice “soy un pecador”, Jesús dice “te haré pescador de hombres”.

Donde los hombres dicen “no se puede”, Dios dice: “todo es posible”.


Nuestro modo de pensar y el modo de pensar de Dios.

Nuestro modo de ver y el modo de ver de Dios.

Nuestro modo de vernos y el modo cómo él nos ve.

Por algo Isaías escribió: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos y mis caminos no son vuestros caminos”. (Id 55,8)

Nuestro modo de ver lo inútil de lo que hacemos, y el modo de hacer de Dios.

Nuestras barcas vacías cuando nos fiamos de nuestro esfuerzo.

Nuestras barcas llenas, cuando nos fiamos de la palabra de Dios.


Toda una noche sin pescar nada, no es para tener mucho optimismo al amanecer.

Toda una noche sin pescar nada, no es el mejor momento para la esperanza.

Hasta que Alguien aparece y nos dice “rema mar adentro y echa las redes”.

Pero sí puede ser el momento:

Para pensar que no somos los únicos que sabemos manejar las redes.

Para pensar que no somos los únicos que sabemos pescar.

Para pensar que no somos los únicos que sabemos echar las redes del Evangelio.



Todos tenemos el peligro de sufrir muchos fracasos:

Fracasan los matrimonios.

Fracasan los padres con los hijos.

Fracasan los sacerdotes predicando y organizando parroquias.

Fracasan los evangelizadores que no ven respuesta a sus esfuerzos.


Tal vez es el momento para reflexionar:

¿No estaremos contando solo con nuestras propias fuerzas?

¿No estaremos contando solo con nuestras capacidades?

¿No estaremos contando solo con nuestras técnicas pastorales?

¿No será el momento de pensar que aún en medio de nuestros fracasos hay alguien con el que no contábamos?

¿No será el momento de pensar que nos falta fe y obediencia a la palabra de Dios, por más que todo lo veamos oscuro?


A Dios le encanta manifestarse cuando todo lo vemos fracaso.

A Dios le encanta revelarse cuando sentimos que no merecemos estar en su presencia.

A Dios le encanta hacer de un pecador un seguidor.

A Dios le encanta hacer de un pecador un santo.

Pablo decía: “Me gloría en mis debilidades, porque es ahí donde se pone de manifiesto el poder de la gracia de mi Señor Jesús”.

Mientras Simón le pide a Jesús que se aparte de él porque es un pecador, Jesús le dice: “No temas; porque desde ahora serás pescador de hombres”.

A Dios le encanta reciclar la basura humana para hacer cosas nuevas.

“Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”.

De pescadores avezados a los fracasos, llamados a ser pescadores de hombres.

Quienes dejan sus barcas en la orilla, se suben la nueva barca que es la Iglesia.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C, Tiempo ordinario

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