Paradoja y misterio de la Iglesia


¡Delicioso!


Típico lenguaje de De Lubac; perspectivas de Misterio. ¡Como para no amar más y mejor a nuestra Madre, la Iglesia!



"En efecto, ¡qué realidad tan paradójica es la Iglesia, con todos sus aspectos contrastantes! ¡Cuántas imágenes de ella, tan opuestas entre sí, nos ofrece la historia! En casi veinte siglos, ¡cuántos cambios se han producido en su comportamiento!, ¡cuántos desarrollos extraños!, ¡cuántos giros!, ¡cuántas metamorfosis! Pero también hoy día -y sin llegar a hablar de las separaciones derivadas de ciertas rupturas-, a pesar de las nuevas condiciones de un mundo que tiende a la uniformidad, ¡cuántas distancias, a veces qué abismos de mentalidad, en el modo de vivir y pensar la fe entre las comunidades cristianas de los distintos países!... La Iglesia... ¿Con qué rasgos podré componer su rostro? ¿Pueden todos estos elementos dispares -cada uno de los cuales sin embargo le pertenece por entero- componerse en un rostro? Sí, yo lo creo así, la Iglesia es complexio oppositorum; pero, a primera vista, ¿no me resulta quizá necesario reconocer que ese choque entre los opposita me oculta la unidad de la complexio?... Se me dice que es santa y la veo llena de pecadores. Se me dice que tiene como misión arrancar al hombre de sus preocupaciones terrenas, recordarle su vocación a la eternidad, y la veo incesantemente ocupada de las cosas de la tierra... Me aseguran que es universal, tan abierta como lo son la inteligencia y la caridad divinas, y yo constato muchas veces que sus miembros, por una especie de fatalidad, se repliegan tímidamente en grupos cerrados...


Se la proclama inmutable, la única que permanece estable por encima del torbellino de la historia, y he aquí que de improviso, ante nuestros ojos, desconcierta a gran cantidad de fieles con sus bruscas renovaciones.

Sí, paradoja de la Iglesia. No es un vano juego retórico. Paradoja de una Iglesia hecha para una humanidad paradójica, a la que a veces se adapta incluso demasiado. La Iglesia está desposada con todas las características de la humanidad, con todas sus complejidades y sus inconsecuencias, con las contradicciones sin fin que existen en el hombre... Desde las primeras generaciones cristianas, cuando apenas había traspasado los límites de la vieja Jerusalén, la Iglesia ya reflejaba en sí misma los rasgos -las miserias- de la humanidad corriente.


Pero afinemos nuestra mirada. Tratemos de ver más allá de las apariencias demasiado superficiales y groseras... Entonces descubriremos la paradoja característica de la Iglesia, y será precisamente la que nos introducirá en su misterio. La Iglesia es humana y divina..."


(H. De Lubac, Paradoja y misterio de la Iglesia, Sígueme, Salamanca 1967, pp. 12-14).



02:31

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