“Dijo Jesús a sus discípulos: “No todo el que me dice: “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?” Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido”. (Mt 7, 21-29)
Con Dios no basta hablar mucho.
Tampoco importa hablar bonito.
Con Dios las palabras cuentan poco.
Con Dios solo cuenta la vida.
Con Dios solo cuenta “cumplir su voluntad”.
Con Dios no cuentan los títulos.
Con Dios solo cuenta la verdad de la vida.
Las palabras sin verdad, están vacías.
Las palabras sin vida, son inútiles.
Las palabras sin compromiso, son solo sonidos.
Ni basta con profetizar en su nombre, si no profetiza la verdad de nuestra vida.
Ni basta echar demonios en su nombre, si antes no los hemos echado de nosotros.
Ni basta hacer milagros en su nombre, si no hacemos el milagro de cumplir su voluntad.
Dios no reconoce nuestras palabras. “Nunca os he conocido”.
Dios no reconoce nuestra profecía: “Nunca os he conocido”.
Dios no reconoce nuestra capacidad de echar demonios: “Nunca os he conocido”.
Dios no reconoce nuestros milagros: “Nunca os he conocido”.
Dios solo nos reconoce “cuando cumplimos la voluntad del Padre”.
Dios solo nos reconoce “cuando ponemos en práctica sus palabras”.
A Dios no le interesa lo que hemos dicho o hecho, sino lo que somos.
A Dios no le interesa lo que hemos dicho o hecho, sino lo que hemos vivido.
Dios solo nos “conoce” cuando como Jesús podemos decir: “yo no he venido para hacer mi voluntad sino la voluntad del Padre que me ha enviado”.
Sembramos muchas semillas.
¿Cuántas logran dar fruto?
Leemos mucho la Palabra de Dios.
¿Cuánta fructifica en nuestra vida?
Predicamos mucho la Palabra de Dios.
¿Cuánto fruto da en la vida del que predica?
Jesús no niega que debamos invocar a Dios como “Señor, Señor”.
Jesús lo que niega es que sea una invocación vacía de vida.
Jesús no nos prohíbe profetizar.
Jesús lo que nos pide es nuestra vida sea profecía.
Jesús no nos prohíbe echar demonios.
Jesús lo que no pide es que los hayamos echada de nuestro corazón.
Jesús no nos prohíbe hacer milagros.
Jesús lo que nos pide es el milagro de:
Sentir que estamos tocados por la voluntad del Padre.
Sentir que estamos transformados por la voluntad del Padre.
Sentir que somos expresión de la voluntad del Padre.
Sentir que construimos sobre la roca de la voluntad del Padre.
Sentir que su Palabra es la roca firme que da consistencia a nuestras vidas.
Sentir que su Palabra y su voluntad nos hace firme en la fe.
Sentir que su Palabra y su voluntad nos hace resistentes a los embates de la fragilidad humana.
Sentir que su Palabra y su voluntad nos hace resistentes a la lluvia de todas las embestidas y luchas de cada día.
Jesús no quiere castillos de arena en la playa.
Jesús quiere vidas construidas sobre la roca firme del Calvario.
Jesús quiere vidas capaces de seguir hasta el final, aunque sea sorteando obstáculos y dificultades.
Clemente Sobrado C. P.
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