Magisterio: sobre la evangelización (VII)


El tesoro de nuesta esperanza es inagotable; de ella hemos de sacar nuevas energías para el impulso de la evangelización. Ésta entendida sin reducciones de ningún tipo.



El mundo de la cultura -de la razón, del pensamiento, del arte, de los medios de comunicación, de los estilos de vida y costumbres- pide una verdadera evangelización.



"El proceso histórico de inculturación del Evangelio y de evangelización de las culturas está aún muy lejos de haber agotado todas sus energías latentes. La novedad eterna del Evangelio encuentra los surgimientos de las culturas en génesis o en proceso de renovación. La aparición de nuevas culturas constituye con toda evidencia una llamada a la valentía y a la inteligencia de todos los creyentes y de los hombres de buena voluntad. Transformaciones sociales y culturales, cambios políticos, fermentaciones ideológicas, inquietudes religiosas, investigaciones éticas: es todo un mundo en gestación que aspira a encontrar forma y orientación, síntesis orgánica y renovación profética. Sepamos sacar respuestas nuevas del tesoro de nuestra esperanza.




...Los pueblos nuevos provocan a las viejas sociedades, como para despertarlas de su hastío. Los jóvenes en búsqueda del ideal aspiran a ofrecer un sentido que imprima valor a la aventura humana. Ni la droga ni la violencia, ni la permisividad ni el nihilismo pueden colmar el vacío de la existencia. Las inteligencias y los corazones buscan luz que ilumine y amor que reanime. Nuestra época nos revela descarnadamente el hambre espiritual y la inmensa esperanza de las conciencias" (Juan Pablo II, Discurso al Pontificio Consejo de la Cultura, 3-enero-1986).



La evangelización hará a la cultura realmente humana, a la medida del hombre, sin manipulaciones ideológicas y, por tanto, facilitando la búsqueda y el acceso del hombre a la Verdad, a Dios mismo.



El reto es fecundar estas culturas, las occidentales primero, tan encerradas y agostadas en sí mismas que han asfixiado al hombre y lo humanum verdadero.




"Sí, estamos al comienzo de una gigantesca tarea de evangelización del mundo moderno, que se presenta en términos nuevos. El mundo está entrando en una era de cambios profundos, debidos a la amplitud estupefaciente de las creaciones del hombre, cuyas producciones amenazan con la destrucción si no las integra en una visión ética y espiritual. Entramos en un período nuevo de la cultura humana y los cristianos se encuentran ante un inmenso desafío. Hoy comprendemos mejor la amplitud de la llamada profética del Papa Juan XXIII al conjurarnos a eliminar a los profetas de desgracias y a ponernos a trabajar valerosamente en esta tarea formidable: la renovación del mundo y su «encuentro con el rostro de Jesús resucitado... que irradia a través de toda la Iglesia para salvar, alegrar e iluminar a las naciones humanas» (Mensaje Ecclesia Christi, Lumen gentium, 11 de septiembre de 1962)" (ibíd.).




Es lanzar puentes de unión con el mundo moderno para que los hombres puedan transitar al encuentro de Cristo:



"Mi predecesor Pablo VI asumió esta orientación fundamental y precisó el instrumento privilegiado: el Concilio trabajará para lanzar un puente hacia el mundo contemporáneo (Alocución en la apertura de la segunda sesión, 29 de septiembre de 1963). Yo mismo he querido crear el Consejo Pontificio para la Cultura, precisamente para ayudar y apoyar este trabajo (cf. Carta de fundación del Consejo Pontificio para la Cultura , 20 de mayo de 1982)" (ibíd.).


Aquí se inserta una verdadera "inculturación", que no es vaciar el Evangelio elevando la cultura local a rango absoluto, sino fecundar desde dentro las culturas con el Evangelio:



"Estimulad en el mundo las energías en expectativa y las voluntades en estado de alerta. El Sínodo de los Obispos nos ha comprometido a todos con ardor, en situar decididamente la inculturación en el corazón de la misión de la Iglesia en el mundo: «La inculturación es otra cosa que una simple adaptación externa: significa una transformación íntima de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en las diversas culturas humanas» (Relación final del Sínodo Extraordinario de los Obispos, 1985)" (ibíd.).



Mucho se ha trabajado y se ha realizado en esta evangelización de la cultura -tiempo tendremos de seguir con el Magisterio en este punto sumamente importante-, recordemos aquí únicamente lo más reciente: los grandes y antológicos discursos de Benedicto XVI sobre Fe y Razón y su iniciativa sobre el "Atrio de los Gentiles". Éstos son caminos de la Iglesia.



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