Los condenados tendrán siglos y siglos para conocer las causas de la condena de cada uno de los réprobos. Escucharán con sumo interés las distintas versiones acerca del proceso que llevó a cada uno a tomar una decisión definitiva.
En cierto modo, puede que haya, incluso, historiadores del infierno. Otros se dedicarán vanamente a levantar grandiosas apologías de la rebelión. Habrá quienes se esfuercen en convencer a los otros de que el infierno es el mejor de los mundos posibles. Un mundo en pie de igualdad con su antagonista, pues así se verá al mundo de los otros. Los condenados dirán que son mundos diferentes, pero paralelos, que no hay uno mejor y otro, sólo que son diferentes.
Lo único que con rabia tendrán que reconocer es que ellos, los condenados, se ven obligados a no poder traspasar en su obrar las barreras impuestas por Dios. ¿No es eso la prueba de que un mundo está sobre otro? NO, replicarán con rabia.
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