“Dijo Jesús a sus discípulos: “Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Yo, en cambio, os digo: “No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea la mejilla derecha, preséntale la otra”. (Mt 5,38-42)
Siempre hay un antes y un después.
Siempre hay un ayer y un hoy.
Siempre hay un pasado y un futuro.
Siempre hay alguien que nos dice una cosa y alguien que nos dice otra.
Eso del “ojo por ojo” era parte de la tradición.
Y para ellos era algo bueno y normal.
De seguro que ningún fariseo hubiese abogado por cambiarlo.
Pero siempre hay alguien que mira más lejos.
Siempre hay alguien que sabe que las cosas pueden cambiar.
Siempre hay alguien que como el P. Arrupe puede decir: “no me resigno a que cuando me muera siga el mundo como si yo no hubiese vivido”.
Jesús no vino a dejar las cosas como estaban.
No anuncia el “bofetón por el bofetón”.
Al contrario contra la violencia anuncia la mansedumbre.
Jesús, que quiere un mundo diferente, nos da un criterio maravilloso.
No cambiamos la violencia con más violencia.
No cambiamos el odio con más odio.
No cambiamos le enemistad con más enemistad.
No cambiamos las ofensas con más ofensas.
No cambiamos las guerras con más guerras.
No cambiamos la pobreza creando más pobreza.
Si me golpeas y te golpeo quedamos en el mismo plano.
Si me odias y te odio quedamos en el mismo plano.
Si me gritas y te grita quedamos los dos iguales.
Si hablas mal de mí y yo hablo mal de ti, nos acercaremos más.
Por eso Jesús no anuncia el “ojo por ojo”.
Ni anuncia el “bofetón por el bofetón”.
Al contrario contra la violencia anuncia la mansedumbre.
La única manera de vencer el mal es el bien.
La única manera de vencer el odio es el amor.
La única manera de vencer las ofensas es el perdón.
La única manera de vencer el resentimiento que te impide hablarme, es acercarme a ti y darte mi mano amiga.
La única manera de vencer la rabia que me tienes es sonreírte.
La única manera de tu rencor es hacerte sentir que te amo.
La única manera que tengo cuando hablas mal de mí, es que yo hable bien de ti.
Claro que esto, muchos lo llamarán “cobardía”.
Claro que esto, muchos lo llamarán “ser tonto”.
Claro que esto, muchos lo llamarán “falta de personalidad”
Claro que esto, dirán que así todo el mundo se aprovecha de ti.
Eso es pensar como: “antes de dijo”.
Pero ahí está el: “pero yo os digo”, que es el camino del amor.
El único camino capaz de cambiar las cosas y hacer más humano y fraterno el mundo.
San Franciso (al menos se le atribuye a él) lo entendió muy bien con la famosa oración que todos conocemos:
“Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto
ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.
Porque es:
Dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna”.
Clemente Sobrado C. P.
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