Alegato en honor de los Cristeros: a propósito de un artículo

Publicamos aquí el texto que un lector de la página, el mexicano José Mauro González Luna Mendoza, nos hiciera llegar a partir de un texto periodístico aparecido en el diario “La Jornada” de México, el 3 de Julio pasado bajo el título La guerra de los curas.

!Viva Cristo Rey!

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


ALEGATO EN HONOR DE LOS CRISTEROS

Por José Mauro González Luna Mendoza

Es un libelo más contra la Iglesia católica y los católicos al intentar fallidamente desprestigiar a la resistencia cristera a la que llama rebelión. Es una sobada expresión del odio de la izquierda desfondada contra la Fe católica de la mayoría del pueblo, mediante medias verdades y falsedades. Cita R. Barajas algunos párrafos no entrecomillados de un ensayo de Luc Abramson sobre la obra de Meyer, sacándolos de contexto para su propósito descalificador.

 La Cristiada no fue una rebelión como lo afirma él, fue un movimiento de defensa de la Fe, de los derechos de la Iglesia y de las libertades fundamentales de los mexicanos, de resistencia legítima contra las leyes de Calles que coartaban dichos derechos y libertades de manera brutal, contra los crímenes perpetrados por sus esbirros contra los católicos, seglares y religiosos, niños, ancianos, mujeres. Afirma falsamente que fue preparado por la jerarquía. Previamente al inicio de la resistencia armada, se intentó por parte de prelados y seglares, en múltiples ocasiones, de persuadir a Calles de que desistiera de sus propósitos, de sus atentados violentos contra sacerdotes y monjas, contra la libertad de enseñanza, de reunión, de conciencia.

 Todo fue en vano. Por ello, se inició la resistencia armada contra el gobierno de Calles, derecho legítimo conquistado por la civilización contra la barbarie. Un grupo de valientes católicos contra todo el aparato de un Estado antidemocrático, con su ejército y sus secuaces. Movimiento entonces, legítimo, espontáneo, interesado en la defensa de las convicciones, inevitable y heroico. No fue organizado como dice el autor del libelo por la Jerarquía, fue la respuesta valiente de un pueblo defensor de su libertad de religión a la garra callista.

Que algunos integrantes valientes de la misma Jerarquía como Orozco y Jiménez, Manríquez y otros pocos, la hayan visto con simpatía y la hayan bendecido sin ellos tomar las armas, es otra cosa, y cosa buena. Y claro en todo movimiento armado hay abusos, pero en la Cristiada el abuso que rebasó todo límite fue el del aparato todopoderoso de un Estado antidemocrático que usó al ejército de ese tiempo para masacrar a católicos antes, durante y después de la Cristiada -pues recuérdese que los acuerdos que pusieron fin al movimiento de defensa y que fueron en gran parte patrocinados por el gobierno intervencionista de los EU en connivencia con el  régimen y con la anuencia de dos de los ingenuos jerarcas mexicanos, habían establecido que se respetaría la vida de los cristeros una vez firmados, lo que no aconteció para ruina de la vida de tantos.

 Anacleto González Flores -tribuno, mártir y santo torturado por tal régimen y asesinado, nunca tomó las armas, su arma fue la palabra: inició un boicot contra el régimen como arma de resistencia civil pacífica influenciado por el patriota Daniel O’Connell de la Irlanda católica.

 Se le hizo llegar a Calles antes de la defensa armada, un escrito firmado por dos millones de mexicanos y mexicanas exigiendo respeto a las libertades. Nada funcionó, tal régimen siguió implacable con su plan violentísimo anticatólico, influenciado por el gobierno protestante de EU y la masonería, interesados en destruir la unidad de la nación para después devorarla. Entonces, ante la cerrazón del Turco, se gestó la resistencia armada y moral como último recurso. A dicha resistencia como dijimos, le dio su visto bueno el mundo entero, y en su momento el Vaticano por supuesto. Nada que ocultar, al contrario, fue y es un timbre de gloria para el México civilizado.

 Movimiento abierto en el que intervinieron prelados, seglares, intelectuales, políticos, no solamente de México sino de todo el mundo. La feroz persecución emprendida por Calles al instrumentar los artículos constitucionales que nunca aplicaron con tal barbarie, ni siquiera Carranza ni Obregón. El régimen de entonces hacía lo imposible por impedir que la información de sus atropellos fluyera al mundo, pero ello fue inútil, todo el mundo se enteró. Intelectuales y políticos de prestigio mundial que formaron un grupo internacional que le dio seguimiento a la persecución callista contra la Fe católica de los mexicanos y mexicanas -desde liberales como Bernard Shaw hasta católicos como Chesterton y Belloc, pasando por senadores, diputados de Francia, Bélgica y de varios países del orbe- reprobaron públicamente las atrocidades de Calles y su régimen despótico, calificándolas como propias de una era salvaje superada para entonces. Se le recomienda con respeto y afecto al Sr. Barajas -al que desde hace tiempo conozco y aprecio como persona- que lea más sobre el tema, y no se limite a leer a los enemigos de la religión católica como Lombardo y otros.

Vincula él arbitrariamente el tema de la Cristiada con los orígenes del PAN y de un grupo llamado la “U” formado aparentemente en secreto en 1915 para defender a la Iglesia ante los ataques contra la Fe. No hay lazo alguno. Gómez Morín, fundador de lo que fue el PAN, en tiempo de dicho movimiento de resistencia, de defensa legítima contra las agresiones de un régimen sanguinario, era integrante del equipo de Calles. Barajas a base de sofismas y malabares, trata de establecer lazos de continuidad causal entre fenómenos históricos distintos, afirmando que por tener un miembro reciente de ese partido parentesco con un ancestro que perteneció a determinado grupo, se dan tales lazos de continuidad. O que se dan esos vínculos causales porque alguien que fue del grupo de la “U”, se sumó después a la Cristiada. Brincos dialécticos fuera de lugar para encandilar a los ilusos. De ser así, el PAN de Gómez Morín sería fruto del callismo anticatólico! El de ahora sí que lo es por su clara apetencia patológica neoliberal y antipopular.

La Liga para la defensa de la fe no fue como afirma Luc o Barajas, liga de guerra para tomar el poder. Esta afirmación es frívola, sin matices y sobre todo falsa. Fue eso, un recurso para defender la Fe. Se esforzó porque no se recurriera a las armas, pero al final no hubo otro remedio ante la actitud insolente de Calles. La Liga no participó como tal en tal resistencia, fue un apoyo sin duda, pero sólo eso. La formaron católicos e intelectuales de buena voluntad. Para la izquierda toda defensa de la libertad de conciencia y religión, es de extrema derecha. Simplificación aterradora e intolerable. Todo lo que atenta contra la Fe es vanguardia para dicha izquierda.

R. Barajas no dice paradójicamente que el mismo Luc Abramson considera en su ensayo que la Constitución del ‘17 es una de índole burguesa -aflorando la tendencia jacobina de tal autor francés. El movimiento Cristero y su doctrina -sobre todo expresada por Anacleto González Flores, guía moral insuperable como lo dice el genial Antonio Gómez Robledo en el “Maestro”- estaba en contra de los artículos de la Carta del ‘17 que violentaban las libertades esenciales del pueblo católico y de su Iglesia. Incluso regímenes anticatólicos de la época de otros países reconocían la personalidad jurídica de la Iglesia Católica. Desconocerla en México era propio de la época de un Nerón. Pero estaban los cristeros a favor de la libertad, tan propia del avance de la civilización.

Finalmente, entre otras “linduras semánticas”, afirma el autor de dicho libelo que el Partido Católico estuvo contra Madero en su campaña. Eso es falso. El Partido Católico, lo apoyó. Es más, en Jalisco hubo un presidente municipal maderista del Partido Católico, el Lic. Mauro H. González Alvarez. No matiza él, y afirma que dicho Partido colaboró con Huerta, falso; algunos de sus integrantes lo hicieron a pesar de que muchos prelados les advirtieran de que ello era un grave error, lo que es distinto. El que Huerta no haya impedido una celebración en la Catedral de México y enviado dos representantes, no equivale a que la Iglesia haya estado con el usurpador.

 La Iglesia públicamente expresó su repudio al asesinato de Madero. La historia, la verdadera, como todo en la vida, exige matices y no simplificaciones y mixtificaciones tan propias de la izquierda que no ve que el gobierno de los EU desde siempre ha estado detrás de muchos movimientos anticatólicos para apoderarse de las riquezas del país, al desarticular uno de los veneros de la nacionalidad, la religión. Tampoco entiende que la Iglesia está administrada por hombres y que ellos en ocasiones, yerran como todos los mortales, al igual que erraron sistemática y premeditadamente Stalin y demás dictadores de la historia del marxismo.

En suma, la Cristiada fue una gesta heroica de dimensiones universales, reconocida en su tiempo por propios y extraños en todo el mundo civilizado, cuando en México se vivía un régimen represor, antinacional a las órdenes yanquis y antidemocrático.

José Mauro González Luna Mendoza

4 de julio de 2017

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