Síganme, les dice Cristo, a unos cuantos pescadores y ellos, dejando las redes lo siguen de mil amores. Nosotros también oímos en medio de las labores que rememos “mar adentro” para pescar a los hombres.
Revivimos la experiencia de entregar la juventud, como hicieron los Apóstoles, para seguir a Jesús.
Lo vieron hacer milagros y anunciar que llega el reino y perdonar los pecados y sanar a los enfermos. Nosotros también lo vemos salvar con los Sacramentos y nos sentimos felices de prepararnos a hacerlos.
Escucharon sus palabras, buena nueva o evangelio, para instaurar en la tierra la justicia de su Reino. Nosotros las escuchamos con grandísimo contento y consagramos la vida a difundir este Reino.
El día de Jueves Santo quiso lavarles los pies para darles el ejemplo de servir sin interés. Nosotros también servimos sin buscar ningún provecho para cambiar nuestro mundo que está bastante maltrecho.
Cuando Cristo sube al cielo los envía a predicar a los confines de un mundo que espera con ansiedad. A nosotros nos invita a proseguir la misión, llevando por todo el mundo su Reino y su salvación.
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