La liturgia diaria meditada - Te preocupas y te agitas por muchas cosas (Lc 10,38-42) 29/07



Sabado 29 de Julio de 2017
Santa Marta
(MO). Blanco.

Marta, María y Lázaro eran de Betania, una pequeña ciudad muy cercana a Jerusalén. Cuando Jesús iba a Jerusalén, solía alojarse en su casa. El evangelio dice que Jesús amaba mucho a estos tres hermanos (cf. Jn 11, 5), y muestra a Marta siempre en actitud de servicio: preparando la comida, atendiendo a la mesa y recibiendo a los huéspedes. Ella es figura de la Iglesia, que está llamada a ser servidora y a atender a las necesidades materiales y corporales de todos sus miembros. Marta es la patrona de las amas de casa y de las empleadas del servicio doméstico.

Antífona de entrada          cf. Lc 10, 38
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.

Oración colecta     
Dios todopoderoso y eterno, cuyo Hijo aceptó hospedarse en la casa de santa Marta; concédenos, por su intercesión, que sirviendo fielmente a Cristo en nuestros hermanos, podamos ser recibidos por ti en la morada eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Señor nuestro, te proclamamos admirable en la conmemoración de santa Marta, y te pedimos humildemente que aceptes esta liturgia que celebramos, como fue de tu agrado su servicio de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        Jn 11, 27
Marta dijo a Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que viniste a este mundo”.

Oración después de la comunión
Por la comunión del Cuerpo y Sangre de tu Hijo único, líbranos, Padre, de la seducción de las cosas transitorias, para que, a ejemplo de santa Marta, se acreciente nuestra caridad en la tierra y podamos gozar de la gloria eterna en el Cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Éx 24, 3-8
Lectura del libro del Éxodo.
Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: “Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor”. Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión. Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la Alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: “Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho”. Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: “Esta es la sangre de la Alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas”.
Palabra de Dios.

Comentario
Todo contrato, para tener validez, debe ser firmado por ambas partes. Siguiendo la antigua costumbre de usar sangre de animales para ratificar los pactos, Moisés rocía con la sangre el altar –que representa a Dios– y al pueblo. A esta Alianza hace alusión Jesús cuando habla de su propia entrega: “Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por ustedes” (Lc 22, 20).

Sal 49, 1-2. 5-6. 14-15
R. ¡Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza!

El Dios de los dioses, el Señor, habla para convocar a la tierra desde la salida del sol hasta el ocaso. El Señor resplandece desde Sión, que es el dechado de toda hermosura. R.

“Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi Alianza con un sacrificio”. ¡Que el cielo proclame su justicia, porque el Señor es el único Juez! R.


Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altísimo; invócame en los momentos de peligro: Yo te libraré, y tú me glorificarás. R.

Aleluya        Jn 8, 12
Aleluya. “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz de la vida”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Jn 11, 19-27
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?”. Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”.
Palabra del Señor.

Comentario
Marta no se contentó con dar una respuesta a la pregunta de Jesús. No se conformó con decir “sí, creo que sos la resurrección y la vida”. Con la fuerza del Espíritu, fue más allá y se animó a confesar que Jesús es el Mesías que el pueblo esperaba.

O bien:         Lc 10, 38-42
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”. Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”.
Palabra del Señor.

Comentario
María “no cumple con lo que se esperaba para una mujer de su época: en vez de retirarse a preparar el servicio y dejar a Jesús hablando con los varones de la casa, ella se queda a sus pies, oyendo sus palabras. Esta es la mejor parte, la que no le será quitada: la posibilidad de escuchar la palabra de Jesús y convertirse en discípula”.

Oración introductoria 
Señor, a imitación de María, escojo la mejor parte. Concedeme la gracia de estar contigo en esta oración. A menudo nos sentimos metidos entre mil urgencias y contingencias, creemos no tener tiempo que dedicar a la oración. Dame tu gracias para estar en este momento cerca de Ti. 

Petición 
Señor, ayudame a escoger la mejor parte en estos momentos de reflexión donde escucho Tu Palabra y quieres dejar tu mensaje en mi. 

Meditación  

Jesús iba con placer a Betania, y se sentía como en su casa. Marta, que se dedica con empeño a las faenas de casa, está tan absorta en servirlo atentamente que no encuentra el tiempo de gozar su compañía. En cambio, María prefirió sentarse junto a él para escuchar sus enseñanzas. Jesús no quiere ser juez entre Marta y María: no manda a la primera que se siente a escucharle, ni a la segunda que se levante a ayudar a su hermana. Él aprovecha la ocasión para ofrecer un consejo siempre válido: en nuestra peregrinación terrenal conviene sólo preocuparse de escuchar la palabra del Dios, y respetar sus enseñanzas con nuestras obras. 

¿Qué cuenta más, escuchar a Dios o trabajar por Él? ¿La vida activa o la vida contemplativa? "Una sola es la cosa de que hay necesidad." Vida activa y contemplativa no están en contraposición así como Marta y Maria, son" hermanas." Cada fiel cristiano, en el estado de vida que le es justo, tiene que aprender a ser contemplativo en el actuar y activo en la contemplación. El Maestro nos enseña que no es necesario preocuparse excesivamente por las "obras de Dios", si nos llevan a no tener tiempo para estar y para dialogar con el "Dios de las obras." Si primero no hablamos con Dios, ¿cómo podremos hablar luego de él a los otros? A menudo nos sentimos metidos en este conflicto: entre mil urgencias y contingencias, creemos no tener tiempo que dedicar a la oración, para hablar con nuestro Padre bueno. 

Para escuchar al Señor, es necesario aprender a contemplarlo, a percibir su presencia constante en nuestra vida; es necesario detenerse a dialogar con Él, dejarle espacio en la oración. Cada uno de nosotros debería preguntarse: ¿qué espacio dejo al Señor? ¿Me detengo a dialogar con Él? Desde que éramos pequeños, nuestros padres nos acostumbraron a iniciar y a terminar el día con una oración, para educarnos a sentir que la amistad y el amor de Dios nos acompañan. Recordemos más al Señor en nuestras jornadas. 

Desearía recordar la importancia y la belleza de la oración del santo Rosario. Recitando el Avemaría, se nos conduce a contemplar los misterios de Jesús, a reflexionar sobre los momentos centrales de su vida, para que, como para María y san José, Él sea el centro de nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y acciones. 

Propósito 
Volvamos a atribuir el justo valor y el justo tiempo a la vida interior. Que ninguna actividad nos impida no dedicar un momento a la oración. 

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08:22

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