Jesucristo dice, en el evangelio de hoy, que quien descubre el tesoro o la perla preciosa del reino de los cielos, “lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo o la perla”. Enseña así que las renuncias que Dios pide producen alegría, si se miran desde la fe, porque suponen ganancia. Sin fe, no se entenderían.
Si queremos vivir la alegría que el mundo no puede dar necesitamos fiarnos de Dios, como se fiaron los santos. A ellos les pedimos que nos ayuden a descubrir el gran tesoro y que estemos dispuestos a todo por conseguirlo. Dios no se dejará ganar en generosidad y nos dará más de lo que le demos nosotros.
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