Perdón por tocar lo intocable: Casaldáliga y el P. Ángel, con JM Vidal de testigo

Sé que voy a rozar lo prohibido y tocar el ultimo tótem, porque en este mundo eclesial nuestro hay cosas y personajes que han adquirido el estatus de la intangibilidad, la infalibilidad, la altura de la santidad ya en este mundo y la garantía de que nadie cuestione su vida y su obra. A ver quién tiene las narices, por ejemplo, no de decir una palabra, sino de hacer siquiera un levísimo gesto de desagrado ante el P. Ángel. No digamos si encima está de visita a don Pedro Casaldáliga. No digamos si además todo esto lo hace acompañado por José Manuel Vidal. Los intocables.

Ayer nos han contado por activa, pasiva, perifrástica, peripatética y estrambótica que el P. Ángel y José Manuel Vidal se han hecho suficientas mil horas de vuelo para presentarse ante Casaldáliga y hacer un par de reportajes en Religión Digital para que se vea lo solidarios que son.

Evidentemente que he leído el reportaje y me he detenido en las fotos. Lo único que tengo que decir como criterio sobre la capilla, el altar y el modo de celebrar la eucaristía es que santa Teresa de Calcuta no hubiera consentido algo así en una capilla de las Misioneras de la Caridad. Nada más que añadir.

Sí algunas perlas recogidas de la propia celebración.

Una, la ¿teología? subyacente que, siguiendo a Castillo, más pasado que la momia de Nefertiti, afirma que las tres preocupaciones esenciales de Jesús fueron curar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos y favorecer las buenas relaciones entre la gente. Para qué rebatir, para que explicar, para qué recordar las primeras palabras del Maestro: “Convertíos porque el reino de los Cielos está cerca”.

De esa teología, la de Castillo, la del P. Ángel, la de Vidal, ya se pueden imaginar los frutos que salen. El P. Ángel lo expresó muy bien: “efectivamente, bajan drásticamente las vocaciones, pero aumentan los voluntarios y los cooperantes, y el panorama eclesial ha mejorado sustancialmente con la llegada al solio pontificio del Papa Francisco”. Normal. De esa teología salen estos frutos. Una suerte que desaparezcan sacerdotes y consagrados. Si la preocupación de Jesús es solo lo de curar a los enfermos y que nos llevemos bien, sobran los sacerdotes porque sobran la eucaristía, la reconciliación, los sacramentos, la predicación de la Palabra. Mucho mejor gente que reparta bolsas de comida.

El último reducto, la última aldea gala resistiendo frente al invasor. Todos equivocados menos ellos, los únicos capaces de constatar que “seguimos aferrados a un sistema clerical tridentino”. Hay que tener mucha iluminación de Espíritu para despreciar, por ejemplo, la liturgia de la Iglesia de veinte siglos, y decidir que lo que hacemos nosotros es lo que realmente quería Jesús, que fuéramos humildes.

No hay nada. La Palabra de Dios, la reflexión teológica de veinte siglos, el catecismo. Todo inútil. Para saber qué hacer basta pensar en qué haría Jesús, y que hay que estar con los pobres.

Ahora es cuando me llueven los palos. Por una parte, los de los compañeros: ¿cómo se te ocurre escribir eso si el cardenal Osoro aprecia tanto al P. Ángel y además habló por teléfono con Casaldáliga? Por otra, la gente que no tiene otro argumento me dirán que ya quisiera yo ser tan santo, tan bueno y tan misericordioso como Casaldáliga, el P. Ángel y JM Vidal. Lo de la santidad lo decidirá Dios. La libertad de opinión existe que yo sepa.

Acabo haciéndome algunas preguntas, que para mí es el tamiz que cuela la auténtica opción por los pobres vivida en la Iglesia católica:

-          ¿Santa Teresa de Calcuta permitiría una capilla así en cualquiera de sus residencias y obras institucionales?

-          ¿Santa Teresa de Calcuta consentiría a un sacerdote celebrar la misa así en una de sus capillas?

-          ¿Santa Teresa de Calcula daría a sus religiosas para formarse los libros de Castillo?

-          ¿Santa Teresa de Calcuta necesitó saltarse la última tilde de la doctrina de la Iglesia para ser santa y dar su vida por los más pobres?

Y ahora, si tienen lo que hay que tener, me dicen que santa Teresa de Calcuta no era de fiar.

Acabo con una afirmación: mucha gente hace lo que hace abusando de la buena educación y el respeto de los demás. El problema es cuando el primero deja de callarse. 

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