Oficio de lecturas - Sábado de la semana XV - Tiempo Ordinario



OFICIO DE LECTURA - SÁBADO DE LA SEMANA XV - TIEMPO ORDINARIO
De la Feria.

PRIMERA LECTURA

Año I:

Del segundo libro de Samuel     12, 1-25

ARREPENTIMIENTO Y PENITENCIA DE DAVID

    En aquellos días, envió Dios el profeta Natán a David, y llegando a él le dijo:
    «Había dos hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre. El rico tenía ovejas y bueyes en gran abundancia; el pobre no tenía más que una corderilla, sólo una, pequeña, que había comprado. Ella iba creciendo con él y sus hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que una hija. Vino un visitante al hombre rico, y dándole pena a éste tomar su ganado lanar y vacuno para dar de comer a aquel hombre llegado a su casa, tomó la ovejita del pobre, y la dio a comer al viajero llegado a su casa.»
    David se encendió en gran cólera contra aquel hombre y dijo a Natán:
    «¡Vive el Señor!, que merece la muerte el hombre que tal hizo. Pagará cuatro veces la oveja por haber hecho semejante cosa y por no haber tenido compasión.»
    Entonces Natán dijo a David:
    «Tú eres ese hombre. Así dice el Señor Dios de Israel: "Yo te he ungido rey de Israel y te he librado de las manos de Saúl. Te he dado la casa de tu señor y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y si es poco, te añadiré todavía otras cosas. ¿Por qué has menospreciado al Señor haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías, el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya y matándolo por la espada de los ammonitas? Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado la mujer de Urías, el hitita, para mujer tuya. Así habla el Señor: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra ti. Tomaré tus mujeres ante tus ojos y se las daré a otro que se acostará con ellas a la luz de este sol. Pues tú has obrado en oculto, pero yo cumpliré esta palabra ante todo Israel y a la luz del sol."»
    David dijo a Natán:
    «He pecado contra el Señor.»
    Respondió Natán a David:
    «También el Señor perdona tu pecado; no morirás. Pero por haber ultrajado al Señor con ese hecho, el hijo que te ha nacido morirá sin remedio.»
    Y Natán se fue a su casa.
    Hirió el Señor al niño que había dado a David la mujer de Urías y enfermó gravemente. David suplicó a Dios por el niño; hizo David un ayuno riguroso y en casa pasaba la noche acostado en tierra. Los ancianos de su casa se esforzaban por levantarlo del suelo, pero él se negó y no quiso comer con ellos. El séptimo día murió el niño; los servidores de David temieron decirle que el niño había muerto, porque se decían:
    «Cuando el niño aún vivía le hablábamos y no nos escuchaba. ¿Cómo le diremos que el niño ha muerto? ¡Hará un desatino!»
    Vio David que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió David que el niño había muerto; y dijo David a sus servidores:
    «¿Es que ha muerto el niño?»
    Le respondieron:
    «Sí, ha muerto.»
    David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de vestidos. Fue luego a la casa del Señor y se postró. Se volvió a su casa, pidió que le trajesen de comer y comió. Sus servidores le dijeron:
    ¿Qué es lo que haces? Cuando el niño aún vivía ayunabas y llorabas, y ahora que ha muerto te levantas y comes.»
    Respondió:
    «Mientras el niño vivía ayuné y lloré, pues me decía: ¿Quién sabe si el Señor tendrá compasión de mí, y el niño vivirá?" Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer que vuelva? Yo iré donde él está, pero él no volverá a mí.»
    David consoló a Betsabé su mujer, fue a donde ella estaba y se acostó con ella; ella dio a luz un hijo y lo llamó Salomón; el Señor lo amó, y envió al profeta Natán que lo llamó Yedidías, «amado del Señor».

Responsorio     Oración de Manasés 9. 10. 12; Sal 50, 5. 6

R. Mis pecados han sido numerosos, como las arenas del mar; no soy digno de mirar las alturas del cielo, a causa de la multitud de mis iniquidades, pues he provocado tu ira; * cometí la maldad que aborreces.
V. Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé.
R. Cometí la maldad que aborreces.


Año II:

Del libro de Job     7, 1-21

JOB LE RECLAMA A DIOS POR EL TEDIO DE SU VIDA

    Job tomó la palabra y dijo:
    «El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio militar. Sus días son como los de un jornalero: como el esclavo, que suspira por la sombra, como el peón, que aguarda su salario.
    Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: "¿Cuándo me levantaré?" Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba: mi carne está cubierta de gusanos y de costras terrosas, la piel se me rompe y me supura. Mis días corren más que la lanzadera y se consumen sin esperanza.
    Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la dicha; los ojos que me veían ya no me verán, y cuando tus ojos me busquen habré desaparecido.
    Como pasa la nube y se deshace, el que baja a la tumba no sube ya; no vuelve a su casa, su morada no vuelve a verlo. Por eso no frenaré mi lengua, hablará mi espíritu angustiado y mi alma amargada se quejará.
    ¿Soy acaso el monstruo marino o el Dragón para que me pongas un guardián? Cuando pienso que el lecho me aliviará y la cama soportará mis quejidos, entonces me espantas con sueños y me aterrorizas con pesadillas. Preferiría morir asfixiado, preferiría la muerte, más que estos dolores.
    No he de vivir por siempre: déjame, que mis días son un soplo. ¿Qué es el hombre para que le des importancia, para que tanto te ocupes de él, para que le pases revista por la mañana y lo examines a cada momento? ¿Por qué no apartas de mí la vista y no me dejas ni tragar saliva?
    Si he pecado, ¿qué te he hecho, Centinela del hombre? ¿Por qué me has tomado como blanco y me he convertido en carga para ti? ¿Por qué no me perdonas mi delito y borras ya mi iniquidad? Muy pronto me acostaré en el polvo, me buscarás y ya no existiré.»

Responsorio     Jb 7, 5. 7. 6

R. Mi carne está cubierta de gusanos y de costras terrosas, la piel se me rompe y me supura. * Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo.
V. Mis días corren más que la lanzadera y se consumen sin esperanza.
R. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo.


SEGUNDA LECTURA

De los Tratados de san Zenón de Verona, obispo.

(Tratado 15, 2: PL 11, 441-443)

JOB ERA FIGURA DE CRISTO

    Job, en cuanto nos es dado entender, hermanos muy amados, era figura de Cristo. Tratemos de penetrar en la verdad mediante la comparación entre ambos. Job fue declarado justo por Dios. Cristo es la misma justicia, de cuya fuente beben todos los bienaventurados; de él, en efecto, se ha dicho: Los iluminará un sol de justicia. Job fue llamado veraz. Pero la única verdad auténtica es el Señor, el cual dice en el Evangelio: Yo soy el camino y la verdad. Job era rico. Pero, ¿quién hay más rico que el Señor? Todos los ricos son siervos suyos, a él pertenece todo el orbe y toda la naturaleza, como afirma el salmo: Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes. El diablo tentó tres veces a Job. De manera semejante, como nos explican los Evangelios, intentó por tres veces tentar al Señor. Job perdió sus bienes. También el Señor, por amor a nosotros, se privó de sus bienes celestiales y se hizo pobre, para enriquecernos a nosotros. El diablo, enfurecido, mató a los hijos de Job. Con parecido furor, el pueblo farisaico mató a los profetas, hijos del Señor. Job se vio manchado por la lepra. También el Señor, al asumir carne humana, se vio manchado por la sordidez de los pecados de todo el género humano.
    La mujer de Job quería inducirlo al pecado. También la sinagoga quería inducir al Señor a seguir las tradiciones corrompidas de los ancianos. Job fue insultado por sus amigos. También el Señor fue insultado por sus sacerdotes, los que debían darle culto. Job estaba sentado en un estercolero lleno de gusanos. También el Señor habitó en un verdadero estercolero, esto es, en el cieno de este mundo y en medio de hombres agitados como gusanos por multitud de crímenes y pasiones.
    Job recobró la salud y la fortuna. También el Señor, al resucitar, otorgó a los que creen en él no sólo la salud, sino la inmortalidad, y recobró el dominio de toda la naturaleza, como él mismo atestigua cuando dice: Todas las cosas ha puesto el Padre en mis manos. Job engendró nuevos hijos en sustitución de los anteriores. También el Señor engendró a los santos apóstoles como hijos suyos, después de los profetas. Job, lleno de felicidad, descansó por fin en paz. Y el Señor permanece bendito para siempre, antes del tiempo y en el tiempo, y por los siglos de los siglos.

Responsorio     Hb 12, 1-2; 2Co 6, 4-5

R. Corramos con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada, * llevando los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe.
V. Acreditémonos por nuestra mucha constancia en las tribulaciones, necesidades y angustias, en los azotes y prisiones.
R. Llevando los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe.


Oración

Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan, y que cumplan lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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09:27

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