Lunes 24 de Julio de 2017
San Francisco Solano, religioso
(MO). Blanco.
Francisco fue ordenado sacerdote franciscano, ejerció su ministerio en España, de donde era oriundo, hasta que en 1589 se embarcó a Perú. Recorrió el norte de Argentina evangelizando, y ha dejado hondas huellas en la religiosidad popular en Santiago del Estero, La Rioja y Córdoba. Una vez establecido en Lima, continuó predicando y llamando a la conversión. Fue uno de los grandes misioneros del periodo colonial.
Antífona de entrada Sal 17, 50; 21, 23
Te alabaré entre las naciones, Señor, y anunciaré tu Nombre a mis hermanos.
Oración colecta
Señor Dios, que por medio del presbítero san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de la Iglesia, por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti a los pueblos que todavía no te conocen. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
San Francisco Solano, religioso
(MO). Blanco.
Francisco fue ordenado sacerdote franciscano, ejerció su ministerio en España, de donde era oriundo, hasta que en 1589 se embarcó a Perú. Recorrió el norte de Argentina evangelizando, y ha dejado hondas huellas en la religiosidad popular en Santiago del Estero, La Rioja y Córdoba. Una vez establecido en Lima, continuó predicando y llamando a la conversión. Fue uno de los grandes misioneros del periodo colonial.
Antífona de entrada Sal 17, 50; 21, 23
Te alabaré entre las naciones, Señor, y anunciaré tu Nombre a mis hermanos.
Oración colecta
Señor Dios, que por medio del presbítero san Francisco Solano llevaste a muchos pueblos de América al seno de la Iglesia, por sus méritos e intercesión, míranos con bondad y atrae hacia ti a los pueblos que todavía no te conocen. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Dios todopoderoso, acepta nuestra ofrenda en la fiesta de san Francisco Solano, y concédenos expresar en la vida el misterio de la pasión de tu Hijo que ahora celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Ez 34,15
“Apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar”, dice el Señor.
Oración después de la comunión
Señor y Padre nuestro, por el misterio que celebramos confirma a tus servidores en aquella fe verdadera que san Francisco Solano difundió incansablemente hasta el fin de su vida, y concédenos profesarla siempre de palabra y de obra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Éx 14, 5-18
Lectura del libro del Éxodo.
Cuando informaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el Faraón y sus servidores cambiaron de idea con respecto al pueblo, y exclamaron: “¿Qué hemos hecho? Dejando partir a Israel, nos veremos privados de sus servicios”. Entonces el Faraón hizo enganchar su carro de guerra y alistó sus tropas. Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, con tres hombres en cada uno. El Señor endureció el corazón del Faraón, el rey de Egipto, y éste se lanzó en persecución de los israelitas, mientras ellos salían triunfalmente. Los egipcios los persiguieron con los caballos y los carros de guerra del Faraón, los conductores de los carros y todo su ejército; y los alcanzaron cuando estaban acampados junto al mar, cerca de Pihajirot, frente a Baal Sefón. Cuando el Faraón ya estaba cerca, los israelitas levantaron los ojos y, al ver que los egipcios avanzaban detrás de ellos, se llenaron de pánico e invocaron a gritos al Señor. Y dijeron a Moisés: “¿No había tumbas en Egipto para que nos trajeras a morir en el desierto? ¿Qué favor nos has hecho sacándonos de allí? Ya te lo decíamos cuando estábamos en Egipto: ‘¡Déjanos tranquilos! Queremos servir a los egipcios, porque más vale estar al servicio de ellos que morir en el desierto’”. Moisés respondió al pueblo: “¡No teman! Manténganse firmes, porque hoy mismo ustedes van a ver lo que hará el Señor para salvarlos. A esos egipcios que están viendo hoy, nunca más los volverán a ver. El Señor combatirá por ustedes, sin que ustedes tengan que preocuparse por nada”. Después el Señor dijo a Moisés: “¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán en el mar detrás de los israelitas. Así me cubriré de gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus carros y de sus guerreros. Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus guerreros”.
Palabra de Dios.
Comentario
Ante la experiencia de la libertad, el pueblo de Dios siente impotencia, angustia, desconcierto. La libertad es un camino difícil, que se conquista cada día. Y cuando pensamos que ya hemos salido de una opresión, debemos recrear el camino, volver a tomar impulso y seguir andando. La libertad es, entonces, un proyecto que se celebra mientras se camina.
Salmo Éx 15, 1b-6
R. ¡El Señor se ha cubierto de gloria!
Él hundió en el mar los caballos y los carros. El Señor es mi fuerza y mi protección, él me salvó. Él es mi Dios y yo lo glorifico, es el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza. R.
El Señor es un guerrero, su nombre es “Señor”. Él arrojó al mar los carros del Faraón y su ejército, lo mejor de sus soldados se hundió en el Mar Rojo. R.
El abismo los cubrió, cayeron como una piedra en lo profundo del mar. Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza, tu mano, Señor, aniquila al enemigo. R.
Aleluya cf. Sal 94, 8. 7
Aleluya. No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor. Aleluya.
Evangelio Mt 12, 38-42
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús: “Maestro, queremos que nos hagas ver un signo”. Él les respondió: “Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás. El día del Juicio, la reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón”.
Palabra del Señor.
Comentario
¿Qué signo esperamos de Dios para creer o seguir creyendo? Es más, ¿con qué criterio exigimos a Dios signos para creer? No hay signo más claro que la Pascua del Señor, un signo que no tiene comprobación material, pero ante el cual nos rendimos.
Oración preparatoria
Señor, por un momento dejo de lado mis ocupaciones. Quiero pasar estos minutos a solas contigo. Durante los tres años de tu vida pública, muchas veces te ibas de noche a rezar a tu Padre en algún lugar retirado y allí te pasabas la noche. Hoy quiero hacer lo mismo. Te confío todas mis intenciones, te entrego todos mis deseos, te doy todo mi ser. María, ¡ayúdame a rezar bien, a hacer una oración que le dé gusto a tu Hijo!
Petición
Señor, ¡ayúdame a aceptar siempre tu voluntad en mi vida!
Meditación
Hoy contemplamos en el Evangelio a algunos maestros de la Ley y fariseos deseando que Jesús demuestre su procedencia divina con una señal prodigiosa (cf. Mt 12,38). Ya había realizado muchas, suficientes para mostrar no solamente que venía de Dios, sino que era Dios. Pero, aun con los muchos milagros realizados, no tenían bastante: por más que hubiera hecho, no habrían creído.
Jesús, con tono profético, tomando ocasión de una señal prodigiosa del Antiguo Testamento, anuncia su muerte, sepultura y resurrección: «De la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches» (Mt 12,40), saliendo de ahí lleno de vida.
Los fariseos reclaman un signo a Jesús. Pero Jesús no quiere satisfacer su curiosidad, se niega a darles un signo, excepto el de Jonás. ¡Cuántas veces nosotros también pedimos signos a Dios! Le decimos que no queremos ir a misa el domingo, que no nos interesa confesarnos, a no ser que nos lo pida de manera clara. Reclamamos una señal del cielo.
Cristo quiere purificar nuestra intención, nos pide hacer el salto de la fe, confiar en su palabra y entregarnos a su voluntad. Él, cuando estaba sufriendo en la Cruz, no vio ningún signo del Padre, no escuchó ninguna voz celeste que le decía "¡Ánimo! ¡Sólo te faltan unos minutos!". Y, sin embargo, perseveró hasta el final.
Por otro lado, los signos no nos van a servir si no queremos seguir a Cristo. Los fariseos habían visto muchos milagros y no se dejaron convencer. Es también el caso de los hermanos del rico Epulón en la parábola del pobre Lázaro (Lc 16, 27-31).
Cristo no quiere darnos signos, pero nos llama a ser signos de su amor en el mundo. El profeta Jonás fue un signo de conversión para los habitantes de Nínive. Se arrepintieron y cambiaron de vida al escuchar su predicación. Nuestra sociedad se parece a la de Nínive del Antiguo Testamento, poblada por pecadores y gente que no conoce a Dios. Cristo nos manda como sus embajadores en el mundo.
Los de Nínive, por la conversión y la penitencia, recobraron la amistad con Dios. También nosotros, por la conversión, la penitencia y el bautismo, hemos sido sepultados con Cristo, y vivimos por Él y en Él, ahora y por siempre, habiendo dado un verdadero paso “pascual”: paso de muerte a vida, del pecado a la gracia. Liberados de la esclavitud del demonio, llegamos a ser hijos de Dios. Es “el gran prodigio”, que ilustra nuestra fe y la esperanza de vivir amando como Dios manda, para poseer a Dios Amor en plenitud.
Gran prodigio, tanto el de la Pascua de Jesús como el de la nuestra por el bautismo. Nadie los ha visto, ya que Jesús salió del sepulcro, lleno de vida, y nosotros del pecado, llenos de vida divina. Lo creemos y vivimos evitando caer en la incredulidad de quienes quieren ver para creer, o de los que quisieran a la Iglesia sin la opacidad de los humanos que la componemos. Que nos baste el hecho Pascual de Cristo, que tan hondamente repercute en todos los humanos y en toda la creación, y es causa de tantos “milagros de la gracia”.
La Virgen María se fió de la Palabra de Dios, y no tuvo que correr al sepulcro para embalsamar el cuerpo de su Hijo y para comprobar el sepulcro vacío: simplemente creyó y “vio”.
Propósito
Entrar en una iglesia y visitar a Cristo para renovarle nuestra adhesión a su voluntad.
Diálogo final
Señor, ¡soy todo tuyo! Tú me has dado todo lo que tengo y todo lo que soy, el don de la vida, de la gracia bautismal y de mi vocación particular. ¡Hazme entender tu misericordia, que tu amor sea el único signo que necesite para creer en ti!
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