Un cura que vive en permanente estado de cabreo. ¿Seré yo, maestro?

Pues a lo mejor. Porque varios comentaristas y otros por mail me dicen que mi problema es que soy un cura amargado, empeñado en ver siempre el vaso medio vacío. La consecuencia, parece ser, es haberme convertido, dicen, en un señor serio, sin pizca de sentido del humor y que vive en un estado de cabreo permanente.

La verdad es que lo único que me faltaba para sumirme en la más tenebrosa de las depresiones y el más monumental de los cabreos ha sido el desplante de Higinio Fernández. Tras eso ¿cómo no voy a estar como estoy, con el humor perdido y el vinagre rebosando mis vísceras? ¿Cómo superar mi permanente cara de pepinillo en vinagre si ya hasta Higinio me desprecia?

Doy la razón en que las cosas en nuestra querida Iglesia no están para carcajadas. Todo lo contrario, están para reír, lamentarse, rasgado de vestiduras y acopio de sayal y ceniza.

El humor, y especialmente el buen humor, es una cosa muy seria. Una cosa es andar contando chistes y con una permanente sonrisa, y otra tener sentido del humor. Por cierto, no se fíen en jamás de los jamases, de una persona que siempre sonríe.

El problema que arrastro no es el de seriedad, sino que uno se encuentra cada vez más con gente que ha perdido del todo el más elemental sentido de la ironía. En esto los progres son modelo. Son tan suyos, tan subidos, que lo que peor llevan es que no te los tomes en serio. Si quieren cabrear a un progre no le anden con argumentos, simplemente no se lo tomen en serio. Se ponen de los nervios. Lo verán mil veces en los comentarios del blog. Te tomas una cosa a medio chifla y ya te salen con la caridad, el no juzgar y la descalificación.

No es casualidad que los más grandes humoristas españoles sean prácticamente todos de talente conservador. Un progre todo se lo toma en serio.

Hay cosas que evidentemente son muy serias y con ellas no se juega: el catecismo, la liturgia, el dogma, la moral católica. Con otras, como pueden ser algunas frases del papa, algunas obispadas, curadas o teologadas, de estas varias, no te queda más remedio que tomarlas en broma, aunque la forma sea seria. Ante un Señor que dice que hace tal cosa porque Jesus es lo que haría, no puedes argumentar. Simplemente le pides el teléfono para cuando necesites preguntar algo a Nuestro Señor.  El problema es que, en vez de ser generosos y darlo, que todos tenemos derecho, encima se enfadan. No lo entiendo.

Tampoco pienso debatir con alguien que tiene como principal y única línea de argumentación que no sabemos lo que decía Jesús porque no había grabadoras, y que Jesús nunca utilizó vestidos especiales. Lo más que se me ocurre responder es que Jesús tampoco tenía nómina, pero que no conozco a un solo cura que no cobre. En una ocasión a un cura que me preguntó que dónde estaba en el evangelio lo de sentarse a confesar, le contesté que a continuación de donde explica lo de cobrar a fin de mes. Se cabreó. Y luego el que no tiene sentido del humor soy yo.

Humor mucho. ¿Cabreos? Cada vez menos, que vengo del cardiólogo y me tiene dicho que de disgustos nada. Precisamente por eso me tomo las cosas con buen humor. Las más tristes.  Aunque algunos no lo vean. 

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13:20

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