Acabo de ver La invasión de los ladrones de cuerpos de 1969 (Invasion of the body snatchers). Ha sido una experiencia preciosa, porque no había visto esta película, desde los tiempos en los que la pusieron en La Clave, hace ya casi treinta y cinco años.
La película en blanco y negro es una joyita para los amantes del 7º arte. Pero si encima le añades al valor intrínseco de la obra, las sensaciones que provocó en aquel niño que era yo cuando la vi aquel viernes por la noche, entonces es cuando se convierte en una experiencia de nostalgia y preciosos recuerdos.
Además, la película me lleva a recordar aquellos tiempos de unos Estados Unidos llenos de confianza en sí mismos y de prosperidad. Unos tiempos en los que se creía que el mundo no podía ir por otro camino que el del crecimiento económico y el de la mejora social en todos los aspectos. Cuánto ha cambiado el mundo en poco más de treinta años.
Todos los que la vieron aquel viernes de hace tres decenios en La Clave recordarán con cierta melancolía a la película y a ese mundo.
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