(257) InfoCatólica.com



–¿Y usted piensa que estas informaciones van a interesar a alguien?


–Interesa a los feligreses de nuestra parroquia, a nuestros lectores más asiduos. Pero también a otros: hay gente para todo.



InfoCatólica se formó hace cinco años en un proceso muy rápido. En poco más de una semana, en la primera de mayo de 2009, se organizó técnica, personal y jurídicamente, y levantamos en la web nuestro primer vuelo. El formato actual mantiene su planteamiento inicial, aunque con muchos desarrollos posteriores. Para hacer ese milagrito, quiso la Providencia divina reunirnos a quienes hoy la dirigimos: Director, Luis Fernando Pérez Bustamante. Consejo editorial, Mario Solsona, Ana Becerril, Juanjo Romero, Carmen Ruiz, Bruno Moreno, y José María Iraburu, Editor. Fue también fundador de IC el P. Pedro Pablo, de Schola Veritatis, chileno que entonces estaba en España, y que ahora sigue apoyándonos espiritualmente con su comunidad. Gracias a Dios, todo el grupo fundacional es el mismo que forma hoy el equipo directivo.



IC se concibió como un diario digital católico, con un fin de información religiosa y de formación doctrinal y moral, siempre fiel al Magisterio apostólico. No es una plataforma donde coexisten yuxtapuestos un conjunto de blogs, cada uno con vida autónoma: como una plaza donde acude un cierto número de comerciantes, plantando cada uno su tenderete, totalmente independientes unos de otros. No. IC nació como una empresa común apostólica integrada por una diversidad de colaboradores voluntarios. Algo semejante a un diario de papel, en el que colabora un buen número de personas, que dan cada una forma personal a su columna o sección, pero siempre en colaboración con todos, unidos bajo la guía del Director, Jefe de redacción, Consejo editorial, etc.


Entre los blogueros de IC hay una afinidad amistosa muy considerable, gracias a Dios. Pudimos tener de ello una experiencia muy grata en el último Encuentro de Madrid (26-X-2013). Lógicamente, esta unión viene facilitada por una coincidencia fundamental en los criterios doctrinales, pero también por una aceptación suficiente de las líneas operativas del portal. Por supuesto, este segundo aspecto, lo que podríamos llamar línea editorial, es algo prudencial y discutible; pero existe, y es la que es. Creo que puede afirmarse que en los cinco años de publicación continua que llevamos, ya esas líneas de orientación discrecional, siempre mantenidas con coherencia –con algún despiste ocasional–, se han expresado suficientemente. Hay otras páginas-web perfectamente ortodoxas, coincidentes con nosotros en la doctrina, que siguen orientaciones concretas muy diferentes. Y eso es sin duda conveniente para el bien del pueblo cristiano lector. Por otra parte, la diversidad patente de los blogs de InfoCatólica, cada uno de ellos con el estilo y manera propios de su autor, deja también claro que no es un medio de comunicación que imponga a sus colaboradores una uniformidad total de fondo y forma. Pero pasemos a lo fundamental, a la fisonomía propia de InfoCatólica.


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«La Iglesia peregrina en este mundo está llamada por Cristo a una perenne reforma (perennem reformationem)» (Vaticano II, UR 6a). Una reforma no en el sentido protestante, sino en el católico. Y como «encierra en su propio seno a pecadores, y es al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y la renovación» (LG 8c; cf. GS 43f). Pues bien, los diversos medios católicos de comunicación suelen ser de tres tipos, con innumerables orientaciones intermedias, por supuesto. Para expresar todo esto breve y gráficamente, pongo un ejemplo: el tratamiento que se da al tema de la Humanæ vitæ.



–Los reformadores quieren que la doctrina católica sobre la moral conyugal se enseñe con más firmeza y urgencia en la predicación, en los cursillos prematrimoniales, en la confesión sacramental. Y dentro de ellos se dan dos tipos: a) los que al mismo tiempo combaten públicamente los errores contrarios; y b) los que también afirman la verdad, pero no combaten públicamente los errores contrarios. Éstos son católicos ortodoxos, pero no combatientes. InfoCatólica, en cambio, pertenece al tipo a).


–Los moderados quieren que la doctrina católica de la Iglesia se mantenga sobre el matrimonio, pero que normalmente se silencie, dejando que los matrimonios se atengan sin más a su «conciencia», y cuidando de que, por supuesto, no se contradiga ni se sancione a los innumerables autores católicos que hoy la impugnan abiertamente. Ante todo y sobre todo, la libertad de expresión. La verdad acaba imponiéndose por sí misma.


–Los deformadores, que se parecen mucho a los protestantes, y aún más a los modernistas, son menos ambiguos, son bastante más claros. Ellos quieren sencillamente que la Iglesia cambie y rectifique la enseñanza de esa encíclica, que tan «gran perjuicio» ha ocasionado a la relación de la Iglesia con el mundo moderno (cf. Card. Martini, Coloquios nocturnos en Jerusalén, 2008, pgs. 141-142). Ellos están por la reforma, pero entendiéndola al revés, como cambio, es decir, como falsificación mundanizada de la doctrina católica.


Capítulo aparte es el de todos los tradicionalistas extremos, afectados más o menos de amargura y desesperanza, para quienes el Concilio Vaticano II y los Papas postconciliares, con sus innumerables errores doctrinales y prácticos, son las causas principales de la descristianización actual. No encajan en ninguno de los tres tipos señalados.




InfoCatólica ha recibido de Dios la misión de afirmar la fe católica y reprobar los errores contrarios, «combatiendo los buenos combates de la fe» (1Tim 6,12); al mismo tiempo, por supuesto, que otras misiones de tipo informativo. Por eso la misión apologética se cumple tanto al dar las noticias de Iglesia, como en los artículos y en los blogs. La misión crítica es hoy especialmente necesaria: 1º, porque son pocos los que la cumplen del lado ortodoxo; y 2º, porque es necesario reconocer que en estos años hay guerra en la Iglesia. Aunque, en realidad, esa guerra es perpetua, pues Ella es santa y necesitada de conversión; es siempre campo de trigo, en el que el Enemigo siembra cizaña. «Toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y ciertamente dramática, entre la luz y las tinieblas» (Vat. II, GS 13b; cf. 37b).


La confesión de la verdad católica es siempre martirial en este mundo. Lo es siempre, porque los pensamientos y caminos del Señor distan tanto de los pensamientos y caminos del mundo como el cielo de la tierra (Is 55,8-9). Por eso los moderados afirman la verdad con extremada cautela, y a veces la silencian.


Pero el combate crítico de los errores todavía es más martirial. Eso es lo que suscita más graves persecuciones, incluso dentro de ciertos ambientes de la Iglesia. Al que diga al poderoso «no te es lícito tener la mujer de tu hermano» (Mc 6,18) muy probablemente le cortarán la cabeza. Nada es actualmente tan peligroso como afirmar la verdad de Cristo, sobre todo en los países de antigua filiación cristiana, hoy apóstatas. Prueben ustedes, por ejemplo, a decir que en no pocas Iglesia locales «la anticoncepción se ha generalizado en los matrimonios, destruyendo desde dentro la unión conyugal y la familia»… Por eso los afirmadores de ciertas verdades fuertes son pocos; pero los que al mismo tiempo son combatientes de los errores contrarios a ellas, son poquísimos.


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La urgencia, sin embargo, de esa misión crítica ha sido enseñada por la Iglesia con especial insistencia en los últimos tiempos. Y esto por muchas causa, pero sobre todo por lo que señaló Juan Pablo II: «se han esparcido a manos llenas ideas contrastantes con la verdad revelada y enseñada desde siempre. Se han propalado verdaderas y propias herejías en el campo dogmático y moral, creando dudas, confusiones y rebeliones» (6-II-1981). Y lo mismo afirmaron Pablo VI y Benedicto XVI. Son hoy, pues, tantos los errores difundidos, que el combate apologético contra ellos se hace especialmente necesario. Es muy frecuente entre los fieles, en aquellos sobre todo escasos de formación doctrinal, la ignorancia inculpable. Entre quienes la padecen, no son pocos los hombres de buena voluntad, que están abiertos a la verdad: «yo pensaba que…», «siempre me han dicho que…», «es la primera vez que me dicen esto claramente».


En el diario digital InfoCatólica sacerdotes y laicos –casi todos son laicos–, no solamente realizamos la función informativa sobre asuntos religiosos y nos esforzamos en la difusión continua de las verdades católicas, sino que también asumimos la misión crítica y apologética dentro de la Iglesia. En noticias, artículos y blogs se desarrollan diariamente estas funciones, trenzadas entre sí.


Esa labor crítica ya fue exhortada por Nuestro Señor Jesucristo. Él enseñó a los discípulos que los errores y males internos en la comunidad eclesial deben ser denunciados: «comunícalo a la Iglesia» (Mt 18,15-17). Y no olvidemos en esto que no pocas veces el Padre celestial, también entre sus hijos de la Iglesia, revela a los más pequeños verdades que quedan ocultas a los más sabios y eruditos (Lc 10,31; 1Cor 1,26-29).


El discurso del Papa Pío XII sobre La prensa católica y la opinión pública (L’importance de la presse, 17-II-1950) es un gran documento, que merece la pena ser leído entero.



Principio fundamental: «La opinión pública es el patrimonio de toda sociedad normal compuesta de hombres que, conscientes de su conducta persenal y social, están íntimamente ligados a la comunidad de la que forman parte. La opinión pública es en todas partes el eco natural, la resonancia común, más o menos espontánea, de los sucesos y de la situación actual en sus espíritus y en sus juicios» (n.3). «Allí donde no apareciera manifestación alguna de la opinión pública, allí, sobre todo, donde hubiera que registrar su real inexistencia, sea la que sea la razón con que se explique su mutismo o su ausencia, se debería ver un vicio, una enfermedad, un mal de la vida social» (n.4). Veremos después cómo aplica este principio a la vida de la Iglesia. Esta enseñanza de Pío XII, relativamente novedosa cuando se produjo, se ha mantenido viva en importantes documentos posteriores de la Iglesia.



El Concilio Vaticano II quiere que todos los hijos de la Iglesia sean verdaderos confesores activos de la fe católica, y que no soporten pasivamente la presencia impune de herejías y sacrilegios dentro de la comunidad eclesial.




Los laicos «manifiesten [a sus Pastores] sus necesidades y sus deseos con la libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia. Hágase esto, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre con veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo» (LG 37a). «Por su parte, los sagrados Pastores reconozcan y promuevan la dignidad y responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Recurran gustosamente a su prudente consejo […] Consideren atentamente ante Cristo, con paterno amor, las iniciativas, los ruegos y los deseos provenientes de los laicos […] de forma que la Iglesia entera, fortalecida por todos sus miembros, cumpla con mayor eficacia su misión en favor de la vida del mundo» (ib. 37cd).



El Código de Derecho Canónico reconoce que los fieles «tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad comun y de la dignidad de las personas» (c. 212,3).



Concretamente en la vida de la liturgia sagrada, la instrucción Redemptionis Sacramentum de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos (25-III-2004), aprobada por Juan Pablo II, enseña que los laicos, unidos a sus pastores, deben actuar con fortaleza y prudencia para velar por la perfecta celebración de la Misa y de los sacramentos: «todos están obligados a cumplir esta labor» (n.183; cf. 181-184). Y con esto veniamo al dunque.



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La línea editorial de InfoCatólica es muy delicada cuando ejercita una función crítica en temas de Iglesia, y aún más cuando se refiere directamente o no a Pastores sagrados concretos. En tales casos, con la ayuda de la gracia, es necesario unir el amor, el respeto y la obediencia que se debe a la Jerarquía apostólica de la Iglesia con ciertas consideraciones críticas que a veces vienen exigidas por el bien común del pueblo cristiano. Al ejercer esta tarea no siempre acertamos, por supuesto, a guardar perfectamente el modo y medida que convienen. Por eso prestamos mucha atención a las opiniones de personas de Iglesia altamente fide-dignas, y con frecuencia les pedimos su opinión. Pero un problema no se soluciona suprimiéndole, sino dándole la solución exacta. Aquí se trata de que InfoCatólica, con la ayuda de la gracia, actúe siempre según «la fe operante por la caridad» (Gal 5,6), con un discernimiento que en cada ocasión ha de ser guiado en su modo concreto por la virtud de la prudencia y también, Dios lo quiera, por el don espiritual de consejo.



No tienen, en cambio, análogos problemas de discernimiento 1) los diarios digitales católicos ortodoxos, pero no combatientes, que siguen una línea ajena a toda crítica. Se dan a veces abusos concretos enormes en liturgia, en predicaciones, en publicaciones difundidas en librerías diocesanas, en comunidades religiosas… Pero, al parecer, ellos ni se enteran. O se callan. Tampoco tienen escrúpulos de discernimiento 2) los deformadores que cargan contra la Jerarquía con el mayor entusiasmo y sin limitación alguna siempre que lo estiman oportuno, al mismo tiempo que exaltan a los heterodoxos y a los Pastores escasamente vigilantes.



No es posible trazar una línea roja que señale claramente hasta dónde debe llegar la crítica y los modos de expresión en que se produzca, y cuándo ya no es admisible. InfoCatólica procura, cuando se plantea el problema, aprobar todo lo que se hace de bueno o se dice de la verdad de Cristo, y al mismo tiempo combatir o silenciar, según convenga en cada caso, la doctrina herética o los hechos contrarios a las normas litúrgicas o disciplinares de la Iglesia. Y en los casos ambiguos, intenta resaltar lo bueno y no dar noticia de lo malo, o reinterpretarlo en la verdad, si es posible. Siempre cuidando en el modo lo más conveniente para el pueblo cristiano, es decir para nuestros lectores; y evitando también, cuando es preciso, el scandalum pusillorum.


Como bien saben nuestros lectores, por más cuidado que ponemos, no conseguimos evitar a veces deficiencias, excesos, omisiones indebidas. En las noticias, que dependen directamente del Director y Consejo, se dan estas fallas. Y también en los artículos y los blogs. En casos conflictivos la decisión prudencial para rectificar o para eliminar algún texto ha de tomarla la Dirección de IC, que es la que se responsabiliza no sólo directamente del campo de las noticias, sino también indirectamente de la marcha de los artículos y de los blogs.


Hay blogs que prácticamente quedan ajenos a estos problemas de línea editorial en asuntos de la doctrina o de la crítica, por el campo en el que se mueven. Pero otros sí que pueden verse en opciones difíciles por los temas que a veces tratan. Según la gravedad o complejidad del caso, a veces el Director consulta al Consejo: «¿Lo damos?… ¿Cómo lo damos?». Y del mismo modo el bloguero consulta en ocasiones graves con la Dirección. La práctica diaria de IC en este orden de problemas ha ido creando en cinco años una ciertas líneas de conducta, que quien ha seguido durante cierto tiempo el portal puede conocer con relativa facilidad. Pongo algunos ejemplos:



Una Universidad Católica anuncia un curso de orientación claramente pro-gay. IC lo informará, procurando que la autoridad competente impida el evento, o tratará al menos de evitar la confusión en los lectores, porque lo que es malo no es bueno. Y si el dicho curso cuenta con la aprobación del Sr. Obispo o del Rector religioso, dará sus nombres, porque su pública acción escandalosa aconseja una pública reprobación eclesial.



Un Sr. Cardenal hace unas declaraciones contra otro, aunque sea en forma diplomática. IC probablemente no dará noticia de la mala acción, porque dar publicidad a las miserias de ciertos Pastores en nada beneficia a los lectores. Son cotilleos intraeclesiales. Son de esas murmuraciones a las que ha aludido a veces el Papa Francisco, señalándolas como muy perjudiciales para la comunión de caridad en la Iglesia. Después de todo, ni es necesario, ni es posible, dar noticia de TODO lo que sucede en la Iglesia, integrada por miles de Obispos y más de mil millones de fieles.


El Papa, el Cardenal prefecto, el Obispo de, en una entrevista ha dicho que… IC asume con extrema cautela toda información sobre entrevistas, especialmente cuando se trata del Papa o de un Cardenal u Obispo; y más aún cuando se alude a imprecisiones doctrinales del entrevistado, que muchas veces son manipulaciones torcidas de sus palabras. En algún caso conviene dar la información, rectificando su interpretación mala y destacando el sentido verdadero y bueno. En otros casos, simplemente se omite.


Se dan con cierta frecuencia actos dudosos, por ejemplo, en celebraciones ecuménicas, que no admiten una solución informativa uniforme. A veces puede haber sólo ingenuidad o ambigüedad, que convenga silenciar como noticia, o darla con crítica suave. Habrá ocasiones en que la acción sea ciertamente contraria a la fe y a las normas de la Iglesia, y ello exigirá noticia o post reprobatorio. Pueden darse cien situaciones y matices diversos. Pero también aquí existe ya en IC «una jurisprudencia» establecida con la claridad que es posible dada la complejidad de los diversos casos.



Unos considerarán IC excesivamente crítica; otros insuficientemente crítica. Procuramos tener en cuenta todas las opiniones que nos llegan. Y finalmente procuramos hacer lo que entendemos que mejor sirve a Cristo y a su santa Iglesia, y más colabora al bien espiritual de nuestros lectores. Obviamente, puede colaborar con nosotros quien coincide suficientemente con nuestros discernimientos y modos informativos, aunque no sea al 100%, si es capaz de controlarse en sus posts para evitar choques llamativos contra nuestra línea editorial. La fórmula de InfoCatólica es buena –por eso la seguimos–, pero hay otras muchas fórmulas informativas perfectamente católicas y valiosas, y unas y otras somos complementarias, no adversarias. De hecho, reproducimos frecuentemente noticias o artículos de otros portales católicos, señalando siempre su procedencia.


Positivo y negativo. InfoCatólica pretende un cierto equilibrio entre las noticias y artículos más positivos, y aquellos otros que son más negativos y críticos. En los dos modos, sin duda, ejercitamos la caridad dentro de la comunión de los santos. Y por supuesto no queremos caer, concretamente, en el error de algunas páginas católicas para las cuales «la actualidad» de la Iglesia presente viene a ser casi exclusivamente un elenco de todos los errores y abusos que en la Iglesia se van produciendo. Hay en la Iglesia unos 5.000 Obispos, y si en el Colegio apostólico del mismo Jesús hubo un traidor por once apóstoles fieles, también hoy, de modo semejante, en el campo del Señor se mezclan el trigo y la cizaña. Eso lo sabe cualquiera.


InfoCatólica ha demostrado claramente en cinco años de existencia que tiene fuerza y valentía para denunciar acciones y omisiones malas que se dan de vez en cuando en la Iglesia para escándalo y confusión de los fieles. Pero en modo alguno se dedica a ir buscando por los contenedores que hay en la Ciudad eclesial toda la basura, o al menos la más considerable, para publicarla, acrecentando incluso su presunta malicia. Ya existen para eso otros portales «católicos» que están especializados en esa lamentable labor, que es sumamente perjudicial para sacerdotes y laicos lectores. Son manantiales incesantes de amargura y desesperanza.


InfoCatólica quiere siempre fomentar el amor y el respeto al Papa y a los Obispos, a éstos concretamente que la Providencia divina nos da en el presente. Ellos, especialmente asistidos por Cristo, nos aseguran en la fe ortodoxa y, con los sacerdotes presbíteros que ordenan, nos transmiten con toda certeza el don inmenso de la Eucaristía y de los sacramentos. Nos atenemos a la guía que ya dió Pío XII en el documento citado: «A este servicio el periodista debe aportar aquel carácter del que Nos hemos hablado, y que está formado por uninalterable respeto y amor profundo hacia el orden divino, es decir, en el caso presente, hacia la Iglesia tal como ella es, no solamente en los designios eternos, sino tal como vive concretamente aquí abajo en el espacio y en el tiempo; divina, sí, pero formada por miembros y órganos humanos» (n.22)



Podemos añadir, no ya por criterio de fe, sino por experiencia histórica, que nuestros Obispos actuales son generalmente fieles y honestos. No suelen dedicarse a la caza, a las fiestas de la aristocracia social, ni procuran enriquecerse o conseguir diócesis o abadías para alguno de sus hijos. Gracias a Dios, suelen ser hombres piadosos, de vida honesta y muy entregados a su ministerio pastoral: ver sus agendas a veces da vértigo. Ciertas deficiencias que, por acción o por omisión, tienen algunos son en buena parte reflejos de las deficiencias que la propia Iglesia sufre en los cristianos, en las familias, en los seminarios, en los conventos, en los colegios y universidades católicas, en todo: poca oración, absentismo masivo de la Misa, anti–concepción, inacción política, falta de celo apostólico y evangelizador, mundanización de criterios y costumbres. Pero debemos ser muy conscientes de que, así como en la comunión de los santos hay una solidaridad en la gracia, la hay también en el pecado. La cabeza de un cuerpo, por ejemplo, puede estar perfectamente sana para pensar y para decidir; pero si no funciona bien el corazón y le falta riego cerebral; si sufre mareos por ciertos excesos dietéticos del sistema digestivo, etc., puede sin culpa verse torpe para pensar y para actuar. No miremos, pues, nunca los errores o deficiencias que a veces puedan darse en nuestros Obispos como si fueran «ajenos» a nosotros; como si ninguna culpa nuestra tuviera nada que ver con la presunta culpa de ellos. Y paso a otro punto importante: el de blogueros y colaboradores varios de InfoCatólica.



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En la colaboración de los blogueros, dentro de IC, normalmente no suele haber, gracias a Dios, ningún problema, y cada uno va a su aire, publicando posts con mayor o menor frecuencia y eligiendo sus temas: ya conoce las coordenadas discrecionales dentro de las cuales orienta su labor IC. Pero de vez en cuando se hace conveniente que la Dirección infocatólica llame la atención a un bloguero en alguna cuestión concreta, sea por el fondo problemático o por la forma inconveniente de tratarla; sea en un post o sea también en los comentarios que el bloguero ha dejado que se publiquen en su blog. En tales casos, muy poco frecuentes, se hace preciso avisar al bloguero. Unas veces basta con darle la alerta, que casi siempre es aceptada sin dificultad: «no había caído en cuenta». Otras veces el autor da explicaciones, y prevalece su criterio. Y en ocasiones se impone la censura de InfoCatólica (antes Santo Oficio). Pero normalmente se logra siempre el acuerdo amistoso.



Salida de los blogueros. Es verdad, sin embargo, que a veces se dan en un blog dificultades que no son superables. Si un bloguero no acepta los planteamientos concretos de IC, si lleva su blog en total independencia del portal, si considera que en temas de Iglesia, y especialmente de su Jerarquía, la crítica en IC es excesivamente atrevida o o es claramente insuficiente, si toma por agresiones las indicaciones que alguna vez se le hacen, si no contesta los mensajes que desde la Dirección se le envían, si se obstina en expresar en su blog ciertas orientaciones contrarias a IC, etc.–, es claro que su permanencia en este modesto diario digital católico no es conveniente. Por su bien, por el nuestro y por el de los lectores. En tales casos parece claro que lo mejor para ambos es que cada uno siga sirviendo al Señor por su lado y a su modo, y que continuemos tan amigos. Más de un caso se ha dado en que un bloguero salió de IC por su voluntad y regresó un tiempo después.


No tiene sentido exigir a InfoCatólica que «informe a los lectores, o al menos a los blogueros infocatólicos, de cuáles fueron la causas de esa salida». Las salidas de los blogueros –como cualquier lector medianamente espabilado puede entender– son unas muy a la buena, otras en cambio un tanto penosas. En todo caso, no es conveniente dar publicidad a cómo se desarrolló el asunto. Debe haber en este asunto cortesía y discreción. Por lo demás, en la práctica de Diarios o Revistas, casi nunca se dan estas explicaciones. Por otra parte, no podría lograrse una explicación completa de la salida o expulsión sin oír a las dos partes. Y ya se entiende que ésta es una pretensión inviable. Y llego con esto a una cuestión difícil.


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El tratamiento de los comentarios puede darse en principio según varias opciones: –mantener la sala de comentarios abierta a todo el que entre; –ponerla en moderación, de tal modo que entren solamente los comentarios que el bloguero o la Dirección admite; o –mantener cerrado un cierto blog o determinada noticia sea por su asunto, o por determinación del bloguero, sea por falta de tiempo para discernir cada comentario que entra, y para responder a los que requieren respuesta, sea por la razón que sea. En IC, como en otros portales, según los casos, se aplican estas tres opciones fundamentales. Y en general InfoCatólica facilita la publicación de comentarios de forma semejante a la de otros portales católicos. Los comentarios pueden ser ocasión muy interesante para que los lectores se expresen y complementen el artículo, y para que el bloguero amplíe o precise el pensamiento de su escrito.



–La apertura incontrolada a todos los comentarios que lleguen no es aceptable, porque pueden entrar algunos agresivos, blasfemos, escandalosos o simplemente tan siniestros y repetitivos, que acaban dando una tonalidad tenebrosa a IC. Es aceptable en cambio una apertura controlada, en la que el responsable de las noticias o del blog está atento para eliminar el comentario inaceptable, dejando los buenos o inocuos, o aceptando la entrada de alguno que, siendo malo, le da ocasión de responderlo adecuadamente. También Santo Tomás al principio de cada artículo de la Summa Theologica refiere los errores más difundidos, da después la enseñanza verdadera en el cuerpo del artículo, y finalmente rechaza eficazmente los errores que al principio señaló. Es una buena pedagogía para un blog; pero exige del bloguero una considerable atención y trabajo, que no siempre es posible.


–El cierre ocasional o habitual de la sala de comentarios puede ser a veces necesario o conveniente. En principio preferimos que noticias y blogs admitan comentarios. Pero puede haber en cada tema tratado o en cada situación personal del bloguero causas perfectamente válidas para el cierre ocasional o definitivo de la sala. Cuando así sea, recomendamos a los lectores que lo tomen con calma. No pasa nada. Hay portales que, simplemente, no admiten comentarios.



En la moderación de los comentarios, concretamente de los blogs, InfoCatólica se atiene a ciertos criterios, que se han ido formulando con el fundamento real de la experiencia.



No conviene que el autor se mantenga habitualmente ausente de la sala de comentarios. En algún caso en IC pasamos por ello. Pero es muy conveniente que, aún en el caso de que el Autor controle prudentemente el ingreso de los comentarios a sus escritos, sea en régimen abierto o moderado, al menos en algunos casos intervenga, respondiendo o aclarando cuestiones a ciertos comentaristas.


Consideramos inaceptable permitir que entren comentarios malos sin que sean eliminados o al menos contundentemente respondidos. «El Cardenal N.N., con la hipocresía que acostumbra»… «La papolatría de Monseñor N.N. está hecha sobre todo de ambiciones eclesiásticas carrieristas», «Otra bergogliada del Francisco, que como en tantas otras ocasiones, permitirá a los enemigos de la Iglesia que» etc. Un bloguero que diera paso a comentarios semejantes, directamente ofensivos contra el Papa, los Obispos y otras personas o grupos, y que los dejara estar sin réplica alguna, no tiene sentido que permanezca en IC. Otra cosa diferente es que «se le cuele alguno» de estos comentarios inadvertidamente, pues a veces, sobre todo cuando van en clave irónica, pueden pasar disfrazados, siendo de suyo inadmisibles. Y otra cosa es también que, en algún caso el bloguero, conscientemente, estime conveniente dar paso a algún comentario agresivo, de mala doctrina o imprudente; pero con el fin de darle con la fuerza persuasiva conveniente una réplica crítica, que puede ser benéfica para los lectores.


–Mantenemos una regla de aplicación absoluta, semper et pro semper: nunca admitimos la entrada en un blog de un comentario en el que se insulta o simplemente se ataca dialécticamente al autor o a un comentarista de otro blog.


No deben darse explicaciones del comentario que ha sido eliminado, al menos normalmente. En ocasiones el comentarista se siente ofendido, no sólo porque su comentario haya sido rechazado, sino porque «no se le han dado las explicaciones necesarias». Y exige en un nuevo comentario –o en varios más– que se le explique por qué el anterior se ha considerado inadmisible; quién ha sido el censor, si el propio autor del blog o más bien la Dirección de IC… No respondemos a esas exigencias, por razones obvias. Si, por ejemplo, en un post entran y se publican cincuenta comentarios, y en cambio tres son eliminados, no debe el bloguero, y menos la Dirección, entrar en discusión con cada uno de los tres comentaristas. De hecho, nunca –es norma común– un diario de papel o un portal digital «da explicaciones» del rechazo aplicado a una carta al Director o a un comentario enviado a un artículo o a un blog. Las razones de esta norma son obvias.



En ciertas ocasiones urgentes, IC interviene de oficio neutralizando en un blog un comentario inadmisible, que el bloguero por error, por distracción, por estar ausente o de viaje, por falta de tiempo o por lo que sea ha dejado pasar sin advertir su malicia. Lo normal es avisar al autor para que sea él quien quite el comentario o para que sepa que ha sido neutralizado. Pero a veces el bloguero no está localizable, o el censor del comentario malo se ve ocupado en una reunión o viajando o en otras circunstancias que le impiden seguir con el asunto. Los blogueros y los comentaristas, gracias a Dios, suelen tener comprensión y paciencia en estos casos, aunque a veces haya resultando un tanto brusco el procedimiento. InfoCatólica procura que estas intervenciones sean hechas con toda discreción y oportunidad… Pero nunca olviden –creo que esta observación es importante– que en una gran parte las operaciones de IC son llevadas adelante por voluntarios, por personas que ya con su familia y su trabajo están muy ocupadas, y que prestan su servicio a IC con un esfuerzo apostólico muy meritorio y abnegado.


InfoCatólica, como todos los portales, indica con toda claridad los criterios que deben ser observados por los comentaristas: longitud del texto, atinencia al tema, no agresividades ni insultos, etc. Pues bien, IC quiere mantenerse firme ante los comentaristas que no cumplen esos requisitos. Hay ocasiones, por ejemplo, en que un comentarista obseso irrumpe con «su tema», que nada tiene que ver con el del post, pero que a veces arrastra la conversación de casi todos los comentaristas a su campo. Otro copia/pega un par de páginas, o más, de un libro que le ha encantado. Otras veces se arman discusiones agresivas e interminables entre los comentaristas, y se producen polémicas que caen en repeticiones intolerables. El bloguero de InfoCatólica en tales casos debe moderar, y a veces cortar o eliminar.


Particular atención y firmeza procura tener InfoCatólica para frenar los comentarios de filolefebvrianos y afines. De un lado, los deformadores ignoran a IC, o hacen como que la ignoran, y normalmente son muy pocos sus comentarios inadmisibles. De otra parte, los ortodoxos no combatientes prefieren también ignorarnos, por obvias razonesnos: no suelen enviar comentarios y evitan normalmente citarnos, aunque a veces tendrían ganas de hacerlo; se reprimen. Los comentarios en cambio más inadmisibles suelen venir del lado lefebvriano, o más precisamente filolefebvriano, es decir, del integrismo pseudo-tradicionalista más acérrimo. Lo más conveniente suele ser eliminarlos sin más. Pueden hacer a veces mucho daño a los lectores, escandalizándolos contra el Papa, contra el Concilio, «causantes de todos los males presentes de la Iglesia», etc. Y por lo demás, discutir con tales comentaristas es en el 99% de los casos una tarea completamente inútil. Ellos parten de la premisa indiscutible de que «nosotros», los que no estamos con «ellos», estamos vendidos al neomodernismo por acción o por omisión; o estamos apesebrados y cautivos de guías perversos, sin que nos atrevamos a rebelarnos, de tal modo que «por la mala obediencia vamos perdidos». Todo lo que se les pueda argumentar no vale, pues, de nada: es como escribir con el dedo en el agua.



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Fe, esperanza y caridad. Todos los que colaboramos en IC debemos retirarnos del teclado si alguna vez encontramos que nuestro ánimo arde en exacerbación indignada o en falta de esperanza en la Iglesia, al menos en sus principales representantes, etc. Y si ese estado de ánimo se hiciera crónico, debemos en conciencia salir de IC. Nosotros, pobrecitos, mal que bien, queremos servir la causa del Reino de Dios en el mundo y en la misma Iglesia escribiendo siempre con una visión de fe, con el buen ánimo de la esperanza, y con una caridad que se extienda a todos, también a nuestros «adversarios».



Recuerdo de nuevo a Pío XII: «El publicista católico sabrá evitar tanto un servilismo mudo como una crítica descontrolada. Ayudará con una firme claridad a la formación de una opinión católica en la Iglesia, precisamente cuando, como ahora, esta opinión oscila entre los dos polos, igualmente peligrosos, de un espiritualismo ilusorio e irreal y de un realismo derrotista y materializante» (n.23).



Hemos de tener muy en cuenta que si nuestros lectores, tal como está el mundo y la Iglesia, necesitan ciertamente mucha ayuda para permanecer en la verdad y para ser en ella confortados, tanto o más necesitan con frecuencia que estimulemos en ellos la esperanza y la caridad, que precisamente en la fe hallan su raíz y fundamento. Da mucha pena ver cristianos bien ortodoxos y piadosos, que a veces se hallan amargados por falta de esperanza. El Papa Francisco lo ha señalado en varias ocasiones. Dios nos libre, pues, a todos de «la raíz amarga que, brotando, corrompe la fe e inficiona a muchos» (Heb 12,15). El corazón «lleno de amargura», dice el apóstol Santiago, no posee «la sabiduría que baja de lo alto, sino la terrena, animal y diabólica» (3,14-15). Dios nos conceda, pues, a los infocatólicos escribir siempre con fe, esperanza y caridad.


Paz y alegría. En InfoCatólica no negamos los males del mundo y de la Iglesia, sino que con frecuencia los denunciamos y entablamos contra ellos «los buenos combates de la fe» (1Tim 6,12). Son muchos, en cambio, los diarios digitales y publicaciones perfectamente católicos y valiosos, que estiman conveniente no asumir esa labor. Respeteamos sinceramente su opción: que «cada uno ande según el Señor le dio y según le llamó» (1Cor 7,17).


El mismo Dios que nos da luz para conocer la verdad y fuerza para combatir el error, nos da la posibilidad de hacerlo con paz, esperanza y alegría. De hecho, el Señor nos concede un considerable sentido del humor y una tonalidad deliberada de alegría en nuestro portal. Ése es nuestro intento: vivir, con el auxilio de la gracia, la norma apostólica: «alegraos, alegraos siempre en el Señor» (Flp 4,4), y ayudar a vivirla a nuestro lectores: «servid al Señor con alegría» (Sal 99,2), vayan como vayan las cosas en el mundo y en la Iglesia.


El anecdotario del mundo, y también el de la misma Iglesia, no siempre es alentador, sino al contrario. Y por obligación propia nos ocupamos en IC, sin duda, de informar sobre las cosas presentes de la Iglesia. Pero al mismo tiempo procuramos no olvidar que la actualidad de la Iglesia, la verdadera historia de la Iglesia, no es lo que se ve, sino lo que no se ve. Y nosotros «no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las visibles son temporales, y las invisibles, eternas» (2Cor 4,18).


Finalmente, hay algo que sí sabemos por la fe ciertamente: y es que a Cristo le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra, y que Él vive y reina con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.


José María Iraburu, sacerdote





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