Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Lunes de la 7 a. Semana – Ciclo A

“Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?” Contestó él: “Desde pequeño. Muchas veces hazlo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes compadécete de nosotros y ayúdanos”. Jesús replicó: “¿Qué es eso de “si puedes”? Todo es posible para quien cree. Entonces el padre del muchacho gritó: “Creo, ayuda mi poco fe!”. (Mc 9,14-29)


Dios no puede hacer nada si no tenemos fe.

La falta de fe como que le ata las manos a Dios.

Pareciera que Dios no actúa desde sus poderes.

Dios actúa en nosotros desde nuestra fe en él.

Es la fe la que hace milagros.

Es la fe la que abre el camino a Dios.

Es la fe la que hace posible desarrollar sus poderes divinos.


Marcos hace un relato muy extenso de esta curación.

Como si quisiera darnos una lección de que nuestra relación con Dios se basa en nuestra fe.

Frente a este niño que, posiblemente sufría de epilepsia,:

Primero nos hace ver la falta de fe del padre.

La misma manera de pedirle lo indica: “Si puedes”.

No está seguro de las posibilidades de Jesús.

Jesús reacciona manifestando su extrañeza y la dificultad que el mismo padre pone.

“¿Qué es eso de “si puedes”.

“Todo es posible para el que cree”.

No es cuestión de saber si Dios puede sanarle o no.

Es cuestión de fe.

Porque para quien cree no hay imposibles.


Es entonces que Jesús hace el primer milagro.

El padre toma conciencia de que su fe es muy débil y pobre.

Y da un grito: “Creo; pero ayuda mi fe”.

Primero Jesús aviva la fe del padre.

El resto vendrá por su propio pie.


El problema de siempre y de todos.

Pedimos demasiado, pero sin preguntarnos si tenemos fe suficiente.

Pedimos y con frecuencia, nuestra fe es demasiado débil.

También nosotros pensamos más en el poder de Dios.

Y nos fijamos poco en la verdad de nuestra fe.

Y por eso luego nos quejamos de que Dios no nos ha escuchado.

¿Por qué no decimos: he pedido con poca fe?

Por el hecho de pedirle ya demostramos tener algo de fe.

Pero posiblemente insuficiente.

Por eso, antes de pedirle nada, debiéramos pedirle “fe”.

Y hasta debiéramos hacerlo gritando como expresión de nuestras verdaderas ansias de creer.

La fórmula del Padre es distinta a la de los discípulos que le dicen: “Aumenta nuestra fe”.

El padre le pide “que ayude a su poca fe”.


No dudo de que tengamos fe.

Pero ¿qué tipo de fe tenemos?

¿No necesitaremos que él mismo nos ayude a creer?

Porque, al fin y al cabo es algo que no depende de nuestras fuerzas.

La fe es un don de Dios.

Una fe que el mismo Jesús dirá necesita también de la oración.

Porque la oración expresa nuestra fe.

Pero también aumenta nuestra fe.

O mejor es ahí donde Dios ayuda nuestra fe.


Señor: que mi oración brote de la fe.

Señor: que mis peticiones broten de nuestra fe.

Señor: sé que tú puedes, pero “ayuda primero mi fe”.


Clemente Sobrado C. P




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: creer, curacion, fe, milagro
23:10

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