A Dios le encanta la unidad.
Le encanta que seamos distintos.
Pero que vivamos unidos.
Unidos cada uno consigo mismo.
Unidos con los demás.
Unidos con él.
Pero nuestras luchas y tentaciones:
Están en vivir divididos con Dios.
Una división que nace en nuestro corazón.
No culpemos de todo al diablo.
La tentación la llevamos dentro de cada uno.
Decimos que creemos en El, pero a la hora la verdad parecemos más amigos de otras cosas.
No es fácil servir al dinero y luego querer servir a Dios.
El dinero es necesario para vivir.
El dinero es bueno cuando lo sabemos utilizar.
El dinero es bueno cuando no ha comprado nuestro corazón.
Jesús hablar de “servir”.
Cuando servimos al dinero y no es el dinero el que no sirve.
Cuando servimos al dinero nos olvidamos de Dios y de los hombres.
Y el dinero esclaviza.
Porque vivimos para tener más.
Y no tenemos más para vivir mejor y con más libertad.
Dios quiere hombres y mujeres libres.
Dios no quiere esclavos.
Por eso servir a Dios es vivir en la libertad.
Pero cuando servimos a las cosas vivimos esclavos.
Para ganar unos dinerillos más, nos metemos horas extras.
Para estar un rato con Dios no tenemos tiempo.
Para ganar más no nos importan las horas de trabajo.
Pero cuando queremos estar con Dios el tiempo se nos hace eterno.
Para trabajar buscamos tiempo a como dé lugar.
Para estar con Dios la pereza nos gana.
Podemos dejar la misa por el trabajo.
Pero no podemos dejar el trabajo por la misa.
Podemos trabajar horas extras para ganar más.
Pero no podemos dedicar un poco de tiempo libre para estar con El.
¿Es esto vivir en libertad?
Dios no quiere competencia con nada.
Dios sí tiene tiempo para nosotros.
Pero nosotros no lo tenemos para él.
Cuantas cosas le ganan la batalla a Dios.
Tenemos tiempo para divertirnos.
Tenemos tiempo para leer el periódico.
Tenemos tiempo para ver TV.
Tenemos tiempo para los amigos.
¿Cómo sería nuestra vida si tuviésemos tanto tiempo para Dios?
¿Cómo sería nuestra vida si le dedicásemos aunque sea menos tiempo a Dios?
Son muchos los que se preguntan:
¿Qué pintan las Monjas de clausura sin hacer nada?
¿Y quién te ha dicho que no hacen nada?
¿Hablarle a Dios de ti para que te ayude, es no hacer nada?
Jesús fue muy claro:
“No se puede servir a dos Señores”.
Y menos todavía “no se puede ser a Dios y a dinero”.
¿Por qué dice dinero?
Porque sabe que el dinero tiene un imán capaz de apresarnos y privarnos de la libertad y del tiempo que debiéramos dedicar a Dios y a los hermanos.
Nos divide interiormente y Dios quiere la unidad de nuestro corazón.
Es que el dinero más que en la billetera lo llevamos en el corazón.
No voy a negar que también yo tengo el corazón dividido.
Y dinero no es solo la moneda o el billete.
Dinero pueden ser nuestros instintos, nuestras pasiones.
¡Vaya si nos dividen!
Haría una apuesta: ¿cuántos dedican a Dios el tiempo que dedican a bajar ciertos programas, que ustedes saben, del Internet?
Y luego decimos que no tenemos tiempo.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: amor, apego, dinero, Dios, idolo, trabajo
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