Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Domingo 7 – Ciclo A

“Han oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente” Yo en cambio, les digo: No hagan frente al que los agravia. “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo” Yo, en cambio, les digo: Amen sus enemigos y recen por los que los persiguen. Así serán hijos del Padre que está en el cielo, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justo a injustos”. ( Mt 5, 38-48)


La Palabra de Dio sigue el Sermón del Monte.

Esta vez vuelve a insistir en algo esencial para la vida social y eclesial.

No a la violencia.

Si examinamos nuestro corazón nos daremos cuenta:

Que todos llevamos dentro demasiada violencia.

Que todos llevamos dentro demasiada enemistad.

Que todos llevamos dentro demasiada venganza.

¿Recuerdan cómo el “buenazo de Juan y su hermano, piden permiso para pedir fuego al cielo cuando no le recibieron en Samaria?


Jesús quiere una religión:

De la paz.

De la convivencia.

De la amistad.

De la bondad.

De la comprensión.

De la sencillez.


Quiere un nuevo orden donde podamos rezar esa oración atribuida a San Francisco:


“Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .

Donde hay odio, que lleve yo el Amor.

Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.

Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.

Donde haya duda, que lleve yo la Fe.

Donde haya error, que lleve yo la Verdad.

Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.

Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.

Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;

ser comprendido, sino comprender;

ser amado, como amar.

Porque es: Dando , que se recibe;

Perdonando, que se es perdonado;

Muriendo, que se resucita a la

Vida Eterna”.


En vez del odio, sembremos amor.

En vez de ofensa, sembremos perdón.

En vez de discordia, sembremos unión.

En vez de ser consolado, consolar a los demás.

En vez ser comprendido, comprender a los otros.

En vez de ser amado, amar a todos.

En vez de ser perdonados, perdonar a todos.


Esa es la Iglesia y ese es el Reino que vino a anunciar Jesús.

No nos medimos en nuestras fuerzas peleándonos.

Nos medimos perdonándonos.

No es luchando quien puede más.

Es luchar quien puede servir más.

No es luchando quien está más arriba.

Es luchar quién puede ser el menor de todos.


Un mundo al revés.

Pero un mundo nuevo, diferente, en el que bien vale la pena vivir.

“Es muriendo que se resucita a la vida eterna”.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: coherencia, cristiano, identidad, testimonio
22:55

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