Un cuestionario sobre el cuestionario del Sínodo


Enorme confusión. Eso ha despertado entre católicos y no el Documento Preparatorio de la próxima asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos. Un texto con un cuestionario que se filtró a la prensa antes de su presentación oficial, este martes en la Sala de Prensa del Vaticano. Una parte de la opinión pública “progresista” pareció interpretar las preguntas ahí escritas como un signo de la tan ansiada “apertura” (y cambio) en la doctrina de la Iglesia sobre temas delicados de moral sexual y familiar. Pero otra parte, representada incluso por varios notables medios católicos, reaccionaron con enorme virulencia contra los periodistas. Clamaron al complot y, en un comprensible (más no justificable), reflejo defensivo terminaron por poner en duda el carácter verdaderamente innovador de la consulta llevada adelante por voluntad del Papa Francisco.


Sinodo-G Ante todo y para evitar cualquier tipo de dudas, recomendamos vivamente leer el documento en su totalidad (es posible encontrarlo en español aquí ). Las notas de prensa sobre cualquier tema -no sólo en asuntos religiosos- suelen ser demasiado aproximativas, por más completas que se presenten. Personalmente creo que el texto se explica por sí solo. Pero claro, el mismo no precisa su alcance y valor.


Por ello y para aportar al debate, proponemos una serie de preguntas y respuestas sobre el mismo. Interrogantes que han surgido en los últimos días y cuya contestación servirá para encuadrar hasta dónde puede llegar esta iniciativa.


¿Para qué sirve el cuestionario? Servirá para iluminar los trabajos de la próxima asamblea extraordinaria del Sínodo prevista del 5 al 19 de octubre de 2014. Ese encuentro reunirá a más de 200 pastores de diversas partes del mundo los cuales debatirán el siguiente tema elegido por el Papa Francisco: “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización". Las respuestas serán el punto de partida de las discusiones, que no se acabarán en ese encuentro. En realidad el debate continuará un año después, en 2015, con otra asamblea sinodal. Más que un evento, el diálogo pretende ser un camino.



¿Qué temas aborda el cuestionario? Una serie de asuntos relacionados con la pastoral familiar. Se incluyen preguntas muy concretas sobre la situación de los divorciados y vueltos a casar, las uniones entre personas del mismo sexo, las uniones de hecho y otras realidades similares. Pero no se reduce sólo a eso, también interroga respecto del conocimiento que tienen los matrimonios católicos sobre la Biblia y las enseñanzas de la Iglesia, su grado de congruencia y convencimiento, sus dificultades para vivir según esas enseñanzas.


¿El cuestionario es una encuesta, un plebiscito? Ni una, ni la otra. Aunque sí busca recabar la opinión de los fieles sobre diversos temas, las preguntas no son de opción múltiple ni terimnarán en un estudio estadístico. Las interrogantes están redactadas para obtener un panorama general del estado de cosas sobre situaciones específicas. Por eso lo más correcto es llamarlo “consulta". Como dijo este día el cardenal Peter Erdö, arzobispo húngaro y relator general del Sínodo, “la moral y la ley natural” no se pueden someter a un plebiscito.


Entonces, ¿cuál es su verdadero valor? ¿Va a ser tomada en cuenta la opinión de los fieles? Su valor es muy alto. Para que los obispos pueden analizar realmente lo que ocurre en las familias del mundo deben entrar en contacto directo con las problemáticas reales. Se equivocan quienes sostienen que la encuesta está dirigida sólo a los prelados y que en ella los feligreses nada tienen que decir. Al contrario, ellos tienen que decir y mucho. Es más, es este el momento en el cual deben hablar, expresar sus inquietudes y opiniones. Eso quiere el Papa Francisco, para que la asamblea sinodal sea verdaderamente fructífera.


¿Por qué ciertos sectores al interior de la Iglesia confunden inmediatamente diálogo con contraposición o rebeldía? ¿Cómo es posible pensar que la Iglesia puede cumplir de mejor manera su misión sin acercarse allí donde están los sufrimientos interiores de sus fieles, las alegrías y los tormentos de los seres humanos? No porque algún organismo de la Santa Sede estudie el fenómeno de la trata de personas, de repente la Iglesia católica va a apoyar y patrocionar el proxenetismo. De la misma manera, impulsar un estudio para tener un diagnóstico muy preciso de los desafíos que afronta la familia (incluidos las situaciones “irregulares", desde el punto de vista de la doctrina) no significa aprobar las uniones homosexuales y el divorcio.


¿El cuestionario significa que va a cambiar la doctrina de la Iglesia? No. Como lo precisó el mismo cardenal Erdö, “no tenemos ganas de poner en discusión toda la doctrina". Aún así la Iglesia debe cambiar. Bueno, más bien deben cambiar sus miembros. Lo dijo muchas veces el Papa Francisco. Sobre todo en lo que respecta al acento pastoral. ¿Cómo es posible que se digan cristianos quienes, en la práctica, marginan a aquellos que viven situaciones particulares como los homosexuales, los divorciados, los ex detenidos, los drogadictos o las madres solteras, por ejemplo? Muchos dirán que no discriminan, cada quien tendrá su propia opinión y sabe, en conciencia, cuál es su actitud.


Pero no es difícil comprobar que quienes se creen buenos católicos -voluntaria o involuntariamente- llegan a favorece ambientes complicados para aquellas personas en situaciones difíciles. Por ejemplo en algunas escuelas religiosas han proliferado reglas como el impedir ser maestros o maestras a personas divorciadas, a madres solteras. En el pasado ocurría que una adolescente embarazada fuese expulsada o retirada del plantel, incluso inventándole supuestos viajes al extranjero. Todo para “evitar el escándalo".


Se trata de situaciones totalmente discutibles, donde los detalles son importantes y no se puede generalizar. Pero, ¿cuántas veces ciertas decisiones salomónicas han provocado profundas heridas en las personas? Si el Papa Francisco insiste mucho en la necesidad urgente de convertir a la Iglesia en un “hospital de campaña” que atienda -ante todo- a estos “heridos sociales” será por algo. Quienes ven en esta proclama del pontífice su deseo de claudicar ante las tentaciones del mundo, quizás no comprendió a cabalidad el sentido evangélico de la predicación Bergogliana. En este ámbito el pontífice ve necesario impulsar cambios, con instrumentos concretos.


¿Es la primera vez que se realiza una consulta de este tipo? ¿Tiene algo de novedoso el cuestionario? No es la primera vez que se da una consulta antes del Sínodo. De hecho para preparar cada asamblea se realiza un sondeo sobre temas particulares. Pero también se equivocan aquellos que acusan a la prensa “secular” de ver novedades donde no las hay. En este ejercicio las novedades son varias.


Primero: el cuestionario lo pueden responder todos aquellos que lo deseen. Y no podia ser de otra manera, tratándose de un asunto tan delicado y amplio como el de la pastoral familiar. En teoría podría haber mil millones de contestaciones. Aunque eso no ocurrirá porque los obispos deberán hacer resúmenes únicos para mandar a la Santa Sede. Muchas de las respuestas se repetirán o serán similares. Pero que se trata de la consulta más amplia y extensa de la historia moderna de la Iglesia, de eso no hay duda. No se entiende por qué hablar de “consulta a la base” se ha convertido en una especie de pecado o afrenta mediática. Quizás esas tres palabras han sido malinterpretadas o distorcionadas en el ámbito político. Entonces se podría entender.


De todas maneras la consulta es sólo eso, la solicitud de un parecer por escrito o de palabra. Y hablar de base se refiere al pueblo fiel. Punto. Incluso no es tan descabellado pensar en los asuntos de los cuales se piden tales pareceres como “tabú". No porque estuviese censurado hablar de ellos, sino porque -al menos hasta ahora- nunca s había dialogado a gran escala sobre los mismos.


¿Eso significa que la Iglesia se volvió en una democracia parlamentaria y que el Papa perderá su autoridad? Nada que ver. Pero que se trate de una auscultación que busca invlucrar a la mayor cantidad posible de católicos lo dijo claramente el secretario del Sínodo, Lorenzo Baldisseri. Aseguró que las preguntas deben mandarse a todas las parroquias y ser discutidas allí, con todos los feligreses. “No queremos respuestas pre-confeccionadas", advirtió. Incluso señaló que quienes lo consideren pertinente pueden enviar sus comentarios directamente al Vaticano, ya sea por correo electrónico o por escrito. Tanto Baldisseri como Erdö aseguraron que no tienen miedo de recibir toda clase de disparates. Menos temen que la mayoría de las respuestas pidan cambiar por completo la doctrina de la Iglesia. “Es un riesgo que se corre", sostuvo el cardenal.



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