“Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar?” (Lc 14,25-33)
Vivimos una cultura de lo provisional.
Antes se construía para la eternidad.
Ahí están esas Catedrales que duraban infinidad de años levantarlas.
Se hablaba de “paciencia benedictina”.
Las cosas se hacían para que durasen.
Hoy vivimos la cultura del “usa y tíralo”.
Pero esto se manifiesta también en nuestras vidas.
Jesús no exige que le sigan, pero sí pide que antes pensemos bien si estamos dispuestos a llegar hasta el final.
Jesús no quiere seguidores que se echan atrás a medio camino.
Jesús no quiere seguidores que le abandonan a mitad del camino.
Jesús no quiere seguidores que comienzan alegremente y luego se cansan pronto.
Por eso nos pide que pensemos bien antes de decidirnos.
Nos pide que tomemos conciencia de si queremos llegar al final del camino.
No quiere seguidores que se echan atrás.
“se siente a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla”.
“no sea que no pueda acabarla, se pongan a burlarse de él, los que pasan”.
El Papa Francisco decía:
“El camino de la Iglesia, también nuestro camino cristiano personal, no siempre es fácil, encontramos dificultades y tribulación… Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No desanimarse. Tenemos la fuerza del Espíritu Santo para vencer las tribulaciones”. Y añade: “Lo estáis oyendo, jóvenes: caminar a contracorriente”, “hay que ser valientes para ir a contracorriente”.
Palabras las de Jesús y las de Papa que nos parecen fundamentales hoy, tan acostumbrados a lo provisional, a lo efímero, a la inconstancia, a quedarnos a medio camino.
Hablamos de “amarte y servirte todos los días de mi vida”.
Y pronto nos entra el cansancio, la inconstancia y la frivolidad del cambio.
Y no se trata de mala voluntad.
Es problema de actitud, de mentalidad, de cultura.
La cultura de lo “nuevo y del cambio”.
Hablamos de “entrega a Dios para toda la vida”.
Y hacemos solemnemente incluso los “votos perpetuos”.
Nos haceos la foto para el recuerdo, y nuestra voluntad se cansa.
Y nos damos cuenta de que “ese no era mi camino”.
Los casados “hasta que la muerte nos separe”, terminan por “divorciarse” e incluso por pedir “declaración de nulidad de su matrimonio”.
Los consagrados van perdiendo su fervor primero y terminan por “pedir dispensa de sus votos”.
¿Será que no tenemos capacidad de resistir hasta el final?
¿Será que no tenemos voluntad del para siempre?
¿Será que jugamos alegremente con la llamada del Señor?
¿Será que no tomamos en serio nuestro compromiso?
Señor: danos esposos fieles su palabra comprometido en el sacramento.
Señor: danos consagrados fieles a su compromiso definitivo.
Señor: danos bautizados capaces de ser fieles a su condición de creyentes.
Señor: danos la gracia de pensar y reflexionar antes de tomar decisiones tan serias.
No se trata de que alguien pueda reírse de nosotros.
Se trata de no fallarte a ti y a tu llamada.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo C, Tiempo ordinario Tagged: compromiso, discipulo, fidelidad, matrimonio, sacerdocio, seguimiento, vida consagrada, vocacion
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