Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Jueves de la 23 a. Semana

“Dijo Jesús a sus discípulos: “A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Pues si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman”.

(Lc 6,27-38)


Hoy Jesús nos ha puesto el listón bien alto.

Hoy Jesús nos ha puesto una meta, humanamente casi imposible.

Hoy Jesús nos ha puesto un estilo de vida como el suyo.


Amar es algo esencial a Dios.

Amar es algo esencial al hombre.

El hombre que no siente el amor no se comprende a sí mismo, decía Juan Pablo II.

El hombre que no ama, no sabe lo que es tener corazón.

El hombre que no ama, no sabe lo que es vivir con los demás.


Lo que define a Dios es el amor: “Dios es amor”.

Lo que define al creyente es el amor: “El hombre está llamado a amar”.

La filosofía nos dice que lo malo es “amable”.

Que psicológicamente solo amamos lo bueno, lo que es amable.


Pero Jesús nos presenta una nueva psicología.

Jesús nos ofrece una nueva filosofía.

No la de nuestra lógica, sino la de la lógica de Dios.

Por eso nos ofrece un mundo nuevo y una humanidad nueva.

El creyente no es simplemente racional.

El creyente no es simplemente un hombre emocional al estilo humano.

El creyente tiene un algo que lo diferencia de todos y de todo.

El creyente lleva dentro un dinamismo distinto al resto.

El creyente lleva dentro un corazón distinto y diferente.

Porque el creyente lleva dentro un pedazo del corazón de Dios.


Dios es capaz de amar:

Lo que no es amable.

Lo que no merece ser amado.

Y por eso ama a todos, buenos y malos.

Los malos no son psicológicamente amables.

Y sin embargo son amados por el corazón de Dios.


Es que el amor está por encima de todo merecimiento.

Es que el amor es siempre gratuito.

Solo la gratuidad puede amar a los malos.


Por eso Jesús nos dice que:

Amemos a los malos.

Amemos a los que no nos aman.

Amemos a los que, incluso nos odian.

Amemos a los que, incluso nos ofenden.

Amemos a los que, incluso hablan mal de nosotros.


Y esto es lo que nos diferencia como cristianos.

Pero para ello, necesitamos “sentirnos amados de Dios”.

Quien no se ha experimentado amado por él, difícilmente podrá amar como él.

Quien no lleva el amor de Dios en su corazón jamás sabrá amar gratuitamente.

Pero quien lleva el corazón lleno del amor de Dios, terminará amando como él nos ama.


¿Qué esto no lo entiende el mundo?

Tampoco entiende a Dios.

¿Qué esto choca con nuestros sentimientos?

¿Y no nos choca sentir que, a pesar de ser malos, Dios nos ama?

¿Qué el mundo soluciona los problemas con el poder?

Dios quiere solucionarlos con el amor.

¿A caso la venganza soluciona algo?

¿A caso el devolver el mal con el mal soluciona algo?


El mundo que Dios quiere es un mundo de hermanos, de fraternidad, de comprensión:

“No juzguéis”, “no condenéis”.

“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.

Una meta elevada. Pero capaz de hacer un mundo nuevo y hermoso.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C, Tiempo ordinario Tagged: amor, caridad, compasion, enemigos, misericordia, perdon

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