Lo terrible del infierno no son sus sufrimientos, sino la eternidad de esos sufrimientos. Hay sufrimientos infernales ya sobre la tierra. Lo que hace que el infierno sea cualitativamente distinto, una dimensión diversa del dolor, es saber que cualquier tristeza, cualquier desesperanza, durará siglos y siglos sin fin.
La gente se imagina que hay millones de seres humanos en el lugar de condenación eterna. Quizá. Pero tal vez sean unos pocos cientos. Tal vez unas cuantas decenas. ¿Quién lo sabe?
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