No siempre es fácil mantener el optimismo ni los buenos modos, pero se intenta. Comenzar con un rato intenso de oración ayuda. Y concluir con una comida fraterna arregla cualquier incidente adverso. Y, si además, se cuenta con la presencia y ánimo positivo del Vicario General, miel sobre ojuelas.
Doy gracias a Dios y a mis compañeros sacerdotes por haber culminado esta etapa pastoral en nuestro apasionante y esforzado servicio. Que la Virgen de Valvanera que visitó con tanto fruto nuestras parroquias, nos permita, tras el descanso veraniego, continuar con ganas nuestro servicio pastoral parroquial, mejorado y más y mejor coordinado.
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