Cuatro exaltados o exaltadas que se aprovechan. No tiene mayor importancia. Eso escuché y leí ayer en varios medios al aparecer las fotografías de varios templos, en Madrid y otras ciudades, que sufrieron de manera especial ataques de libertad, respeto y convivencia. Por ejemplo, en Madrid, y que yo sepa, templos como la iglesia del Espíritu Santo o las parroquias de San Juan de la Cruz, San Antonio de Cuatro Caminos o san Cristóbal. Por ejemplo, San Sebastián, con no sé cuántas mujeres con las domingas al aire.
Cuatro exaltados o exaltadas que aprovecharon el paso del Pisuerga por Valladolid para llevar a cabo la machada o la hombrada de acercarse por la noche a un lugar tan peligroso y de riesgo como un templo parroquial y dejar en él sus reivindicaciones de respeto ¡je!, amén de pedir aborto libre y gratuito, así como su agradecimiento al saber que la Virgen también iría.
Los exaltados no salen de manera espontánea como las setas. Se va produciendo un caldo de cultivo cocinado con unos mantras de iglesia opresora a los que se añade una mezcla de tolerancia tan buenista como ingenua.
Podemos aceptar, en toda la movida de ayer, un fondo de buena voluntad que reivindica los mismos derechos para todos los seres humanos. Esto lo viene afirmando la Iglesia desde San Pablo: “ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer… porque todos sois uno en Cristo Jesús”. Aceptado esto, ayer hubo mucho más y mucho menos.
Reconocidos los derechos, hay reivindicaciones feministas que un cristiano jamás podrá aceptar, por ejemplo el aborto libre y gratuito, por ejemplo el fomentar la ideología de género, por ejemplo el ataque sistemático a la Iglesia católica. A ver si espabilamos y nos damos cuenta de lo que hay. Ataque a la Iglesia, que no a las organizaciones machistas sean las que sean, que aquí para ir a las mezquitas y protestar por el trato a la mujer en el islam no hay lo que tiene que haber. Es decir, que uno de los puntos de la ideología feminista es el ataque furibundo a la Iglesia católica. Bobos estamos si fomentamos o tragamos estas cosas.
Triste es espectáculo, una vez más, de la sensación que llega a nuestros fieles de, también en lo de ayer, profundas discrepancias de nuestros obispos. Desde Madrid, Tarazona, San Sebastián, Palencia o Alcalá de Henares se dijeron cosas que la gente entendió como contradictorias. Algo nos pasa y no bueno.
Triste que nunca pase nada. Triste que encima disculpemos todo esto. Triste cuando además los derechos de las mujeres donde más son respetados es justo en los países de tradición cristiana.
Publicar un comentario