Lunes 26 de Marzo de 2018
Lunes Santo
Lunes Santo
Misa propia. Morado
Martirologio Romano: En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, san Braulio, obispo, que siendo amigo íntimo de san Isidoro, colaboró con él para restaurar la disciplina eclesiástica en toda Hispania, siendo su semejante en elocuencia y ciencia († c.651). Observación: En el antiguo santoral se lo recordaba el 26 de marzo.
Martirologio Romano: En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, san Braulio, obispo, que siendo amigo íntimo de san Isidoro, colaboró con él para restaurar la disciplina eclesiástica en toda Hispania, siendo su semejante en elocuencia y ciencia († c.651). Observación: En el antiguo santoral se lo recordaba el 26 de marzo.
Antífona cf. Sal 34,1-2; Sal 139, 8
Combate, Señor, a los que me atacan, pelea contra los que me hacen la guerra. Toma el escudo y la armadura, levántate y ven en mi ayuda, Señor, mi ayuda poderosa.
Oración colecta
Dios todopoderoso, concede a quienes desfallecemos a causa de nuestra fragilidad, ser confortados por la Pasión de tu único Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Mira con bondad, Señor, los sagrados misterios que celebramos, y lo que tu amor providente instituyó para destruir nuestro pecado, produzca en nosotros frutos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Sal 101, 3
No me ocultes tu rostro en el momento del peligro; inclina hacia mí tu oído, respóndeme pronto, cuando te invoco.
Oración después de la comunión
Visita a tu pueblo, Padre, y protege a quienes has santificado por estos sagrados misterios, para que conserven los auxilios de la salvación eterna que han recibido de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre el pueblo (Facultativa)
Te pedimos, Padre, que asistas a los humildes y protejas a quienes confían en tu misericordia, para que no sólo celebren las fiestas pascuales con la observancia penitencial, sino que sean renovados con un alma pura. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Is 42, 1-7
Lectura del libro de Isaías.
Así habla el Señor: “Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. Él no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley. Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella. Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas”.
Palabra de Dios.
Comentario
El Señor mira con ternura y esperanza a su Siervo. Le encomienda la misión de liberar a los oprimidos y ser solidario con los que sufren.
Salmo 26, 1-3. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.
Cuando se alzaron contra mí los malvados para devorar mi carne, fueron ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropezaron y cayeron. R.
Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no temerá; aunque estalle una guerra contra mí, no perderé la confianza. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor, en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
Aclamación
¡Salve, Rey nuestro! Sólo tú te has compadecido de nuestros errores.
Evangelio Jn 12, 1-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.
Palabra del Señor.
Comentario
El evangelio contrapone la delicadeza y el silencio de esta mujer amiga de Jesús, a las palabras grotescas y la preocupación materialista de quien luego lo entregará. La mujer prepara a Jesús para su sepultura con su amor, y Judas lo llevará hacia ella con su traición.
Oración introductoria
Dame, Señor, la sabiduría y fuerza de voluntad para saber dedicar el mejor tiempo de este día a la oración. Sé que vendrás a mi encuentro para transformarme. ¡Gracias por tu bondad y misericordia!
Señor, que no me ciegue como Judas. Tú eres lo mejor de mi vida, dame un corazón abierto a tu gracia y un alma generosa que sepa corresponder a tu infinito amor.
Meditación
Hoy, en el Evangelio, se nos resumen dos actitudes sobre Dios, Jesucristo y la vida misma. Ante la unción que hace María a su Señor, Judas protesta: «Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: ‘¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?’» (Jn 12,4-5). Lo que dice no es ninguna barbaridad, ligaba con la doctrina de Jesús. Pero es muy fácil protestar ante lo que hacen los otros, aunque no se tengan segundas intenciones como en el caso de Judas.
Cualquier protesta ha de ser un acto de responsabilidad: con la protesta nos hemos de plantear cómo lo haríamos nosotros, qué estamos dispuestos a hacer nosotros. Si no, la protesta puede ser sólo —como en este caso— la queja de los que actúan mal ante los que miran de hacer las cosas tan bien como pueden.
María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, porque cree que es lo que debe hacer. Es un acto de amor y, como todo acto de amor, difícil de entender por aquellos que no lo comparten.
La protesta de Judas no tiene ninguna utilidad, sólo le lleva a la traición. La acción de María la lleva a amar más a su Señor y, como consecuencia, a amar más a los “pies” de Cristo que hay en este mundo.
Jesús se encuentra con sus amigos. Es Él quien va a Betania y quien viene a tocar a mi puerta. Desea sentarse a mi mesa, partir el pan conmigo, hablar conmigo. Toca a la puerta de mi corazón para iluminarlo y consolarlo.
Ponernos a sus pies y llorar. Llorar por la tristeza de ofenderle y llorar por la alegría de su perdón. Las lágrimas son la mejor oración que podemos elevar a Dios. Y, también, perfumar sus pies; que el perfume de nuestras buenas obras y el ungüento de nuestro perdón sean dignos de un Dios tan misericordioso. Como Él perdona, así perdonar a quienes nos ofenden.
No nos fijemos en el "derroche" de este caro perfume. Es un perfume que nunca se acaba si es a Cristo a quien lo ofrecemos. Obrando así prepararemos la sepultura del Señor, su resurrección y su permanencia entre nosotros.
Propósito
Si hoy tengo un pensamiento negativo sobre una persona, orar y buscar una cualidad de ella para alabarle.
Diálogo con Cristo
Jesús, esta Semana Santa es una excelente oportunidad para dedicar más tiempo a fijarme en los demás, como ha propuesto el Papa. Dame tu luz para emprender una labor de fermento en mi propia familia, en mi propio ambiente, para vivir un cristianismo más dinámico, más apasionado, que no mida el esfuerzo o sacrificio. Dame la generosidad de María, que supo escoger siempre la mejor parte.
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