Ya he corregido el error que se me señaló en los comentarios. (Los comentarios de este blog, ese reino de caridad y amor, donde los conejitos y los trolls retozan en perfecta armonía.) He comprobado que, efectivamente, ese obispo se llamaba don José María Lahiguera y no “La Higuera” ni, peor todavía, “De la Higuera”, como llegué a llamarlo. Pero recordad que si algún día se me atribuye un post sin erratas, no es mío. Mi sello personal son las erratas y las comas caóticas. El estilo proepiscopal es otro descarado sello de la casa.
Otro comentarista se alegraba de mi anterior post, manifestando su temor acerca de que no me diera cuenta de las cosas. No, tranquilo. Me doy cuenta de las cosas, pero ya sabes que no hago críticas de los eclesiásticos si sus cuerpos no están descansando en el cementerio desde medio siglo antes. En el caso de monseñor Tarancón he acortado el plazo por el evidente interés histórico que podía suponer un análisis de su labor eclesiástica. Mi opinión sobre la actualidad, con gusto, la ofreceré dentro de cincuenta años y me gustaría estar aquí para darla: El blog del centenario padre Fortea, established 2006.
Pero no os dejéis engañar por mi retorcido gusto por las ceremonias ultrapontificales, porque no soy de los que piensan que la postura más buena es la antigua por ser antigua. ¡Cuántos clérigos funcionarios hubo antes del Vaticano II, cuántos obispos-grandes-señores hubo en tiempos anteriores al Concilio II, etc, etc! Tampoco estoy a favor, ya lo he repetido numerosas veces, que en que la teología se reduzca a erudición y recopilación.
Y si vamos más atrás, ya me he referido en otros posts a la catastrófica situación del episcopado francés en el siglo XVII y XVIII. Cualquier situación episcopal actual es preferible a aquella situación en que los mercaderes se habían hecho con el dominio total del Templo.
Reducir la teología al magisterio y la patrística significa desconocer la gran creatividad de la Baja Edad Media. Época, sea dicho de paso, en la que no existió ningún escrúpulo por hacer añadiduras en la liturgia de la misa. Tengo en mente varios ejemplos, pero este post ya se está alargando.
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La foto la pongo para recordar a los señores obispos que la cruz pectoral se lleva a esa altura y no sobre el pecho. Sobre el corazón tiene más simbolismo, pero hace siglos que se dieron cuenta de que, estéticamente, quedaba mejor que llegara un poco más abajo.
Y otra cosa, donde esté una cruz pectoral como de ese estilo, que se quiten otros artefactos de corte más moderno. A mi lo moderno me va mucho, sobre todo en gastronomía. Pero en cuestión de cruces pectorales, no.
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