En los próximos días deseo que estos versículos sean mi fuente de meditación. Deseo repetirlos durante el día. Y, especialmente, durante la misa:
See, my servant shall prosper;
he shall be exalted and lifted up,
and shall be very high.
Just as there were many who were astonished at him,
so marred (dañar, estropear) was his appearance,
beyond human semblance,
and his form beyond that of mortals,
so he shall startle (asustar, sobresaltar) many nations;
kings shall shut their mouths because of him;
for that which had not been told them
they shall see,
and that which they had not heard
they shall contemplate.
Isaías 52
En las semanas pasadas, he estado muy atento a meditar la parte de la misa en que digo Este es el Cordero de Dios a la luz de los versículos de Isaías acerca del Siervo Sufriente.
Y, concretamente, durante la misa, me imaginaba esos versículos pronunciados por Nicodemo (Lawrence Olivier) en la versión de la vida de Jesús de Zefirelli. Rememoraba en silencio el tono con que él recita esos versículos cuando ese miembro del Sanedrín se apoya junto a una pared derrumbado ante la visión de la profecía de Isaías cumpliéndose.
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