La fiesta de la Anunciación del Señor se celebra todos los años, el 25 de marzo, es decir, nueve meses antes de Navidad. En este año, se trasladó la fecha por coincidir con la Semana Santa.
Martirologio Romano: Solemnidad de la Anunciación del Señor, cuando, en la ciudad de Nazaret, el ángel del Señor anunció a María: Concebirás y darás a luz un hijo, y se llamará Hijo del Altísimo. María contestó: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y así, llegada la plenitud de los tiempos, el que era antes de los siglos el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, se encarnó por obra del Espíritu Santo de María, la Virgen, y se hizo hombre.
Los primeros testimonios de esta solemnidad litúrgica aparecen en la época del emperador Justiniano, siglo VI.
En la Iglesia antigua la fiesta de la Anunciación iba asociada inseparablemente a la Navidad. Al aumentar la importancia de la Natividad del Señor, se formó un pequeño ciclo navideño y la Anunciación cobró más autonomía respecto al núcleo primitivo hasta constituirse en fiesta mariana autónoma.
El Papa Sergio I (687 – 701), un italo – sirio oriundo de Sicilia introduce esta fiesta en la Iglesia romana. Para esta ocasión se celebraba una solemne procesión a Santa María la Mayor, basílica cuyos mosaicos estaban referidos a la divina maternidad de María, establecida por el Concilio de Efeso (431).
Desde el principio la fiesta se estableció el 25 de marzo, porque circulaba la opinión de que Jesús se había encarnado coincidiendo con el equinoccio de primavera, tiempo en el que según las concepciones de la antigüedad, fue creado el mundo y el primer hombre. Esto lo comenta muy extensamente Anastasio Antioqueño (+599) en su Homilía sobre la Anunciación, 6- 7.
Ulteriores precisiones de naturaleza teológica son hechas por Máximo el Confesor (+662) en la Vida de María, 19.En ambos resuena la concepción de Cristo segundo Adán y la recreación del mundo por parte de Dios en la Encarnación con vistas a la Resurrección, plenitud de todo lo creado.
Lo que mayormente llama la atención de esta fiesta es el sentido de alegría, alguna vez difusa, pero siempre profunda, que se nota en los himnos, oraciones y homilías. Esto entró en conflicto con la austeridad de la Cuaresma, pero tanto en Oriente como en Occidente se decreto que se celebrará con toda solemnidad cayera cuando cayera.
La iglesia bizantina ha dotado a esta solemnidad de una prefiesta, el 24 de marzo, con un espléndido oficio y numerosos himnos entre los que cabe destacar por su belleza el Canon de los Maitines de Teófanes Graptos (+845), acérrimo defensor de los iconos en la época iconoclasta.
Publicar un comentario