Sobre el tema del procés catalán ya se ha dicho, por parte de todos, todo lo que se podía decir. Pero me gustaría añadir un pensamiento más.
Hay muchas opiniones en una democracia, muchas teorías, muchas formas de ver las cosas; hay anarquistas y sujetos de extrema derecha; sujetos que no creen en el Estado y otros que anhelan la creación un estado totalitario. Pero solo uno entre todos tiene la capacidad de enviar a alguien, con uniforme o sin él, pero que, tras identificarse, comunique fríamente y de forma concisa: “Queda usted detenido”.
En eso se concreta la soberanía. Al final, solo el poder judicial, investido por la autoridad y el poder que le da la soberanía, puede hacer eso. Lo demás son deseos, hipótesis, votaciones, papeles, discursos, anhelos.
Un magistrado, durante un largo paseo nocturno, hace dos años, me comentó el pensamiento de Schmidt que escribía que, al final, el poder constitucional último reside en la capacidad para declarar la situación de excepción. Qué gran verdad.
Del mismo modo, frente a todas las declaraciones y manifestaciones, la realidad de un policía comunicando “queda usted detenido” resulta un hecho insoslayable.
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