El tema de los espacios en blanco en las reglas del juego me parece un tema apasionante, cuando ese juego es ni más ni menos que el Poder sobre toda una nación. La maquinaria suele funcionar bien en los países con democracias consolidadas. Pero si algo nos ha enseñado la Historia es que, por muy sólida que parezca una democracia, por muy firme que parezca un Estado de Derecho, los individuos se vuelven como hombres ebrios cuando lo que está en juego es el poder supremo.
¿Qué no está dispuesto a hacer un individuo por no dejar que la Ley arranque de su mano el cetro? ¿Qué límites está dispuesto a traspasar para aferrar con fuerza ese cetro? No hay democracia lo suficientemente fuerte para no temer la embestida de un Poder Ejecutivo ampliamente respaldado por el Pueblo.
Cuando un príncipe tiene a casi todo el Pueblo detrás de él, atravesará barreras, pasará por encima de jueces, encarcelará a inocentes, ignorará sentencias y, finalmente, quebrantará para siempre y de forma irreversible el orden de la nación. Es entonces cuando surgen los monstruos.
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